Portada Anterior Siguiente Índice | 2. “La guerra de los loncos” y la fundación de Santiago

2. “La guerra de los loncos” y la fundación de Santiago


A la llegada de Diego de Almagro y Pedro de Valdivia, la zona central cercana a Santiago, estaba organizada de acuerdo a una estructura de mando correspondiente a señoríos locales y territorios delimitados. Algunos caciques habrían mantenido su lealtad hacia el Inka; Quilicanta -lonko del valle de Aconcagua- y Michimalonko -lonko del Mapocho- disputaban su predominio en la zona, respecto a sus vínculos con el Cuzco, como en cuanto a su apoyo o rechazo a los hispanos[15]. La principal característica de la guerra desatada por los lonkos o caudillos de Chile central contra los españoles, fue la combinación de la fuerza -a través del enfrentamiento bélico- y la política -cristalizada en diversas gestiones de negociación diplomática. Siguiendo la cronología indígena, el primer acto fue empobrecer al país, destruyendo, quemando o consumiendo los bienes materiales que podían servir a los enemigos. Mensajeros del Inka Manco II, alertaron a los habitantes del norte y centro de Chile central sobre la venida de los españoles, sugiriéndoles que ocultasen sus alimentos y ropas, y especialmente el oro para desilusionar a aquellos, obligándolos a marcharse.

El corto período situado entre los años 1541-1544 fue el más intenso y problemático para los habitantes de Chile central. El fracaso de una estrategia militar conjunta, mediante la cual se esperaba destruir la ciudad con un movimiento simultáneo desde Aconcagua y Rancagua -liderados por Michimalonko y Cachapoal respectivamente- fue seguido por intensos enfrentamientos que solamente terminaron en 1544, cuando Valdivia logró cruzar los territorios hasta Maule. En esta época la mayor parte de la población -mapochoes, maipoches, Tagua-taguas, promaucaes y chiquillanes- emprendieron el primer gran éxodo registrado en la historia de Chile. Quemando sus campos y destruyendo sus aldeas, los habitantes originarios de Chile central comenzaron a disgregarse hacia las tierras del sur.

Mientras tanto, la población hispana se establecía en el valle del Mapocho, escogiendo aquellos terrenos donde hasta hoy se ubica el centro comercial y administrativo de la ciudad de Santiago: el territorio que se extiende al oeste del cerro Huelén -Santa Lucía de acuerdo a la denominación dada por los españoles- y al sur del río Mapocho entre su curso y un brazo seco, que más tarde formó la cañada o alameda de la ciudad. Se trataría del mismo lugar en que se encontraba un poblado indígena que debió formar parte del “centro administrativo” incaico, y que al instalarse los españoles, implicó el traslado de sus originales moradores; quienes, por lo demás, mediante el sistema de mitas[16] participaron en la construcción de los primeros edificios de la naciente ciudad[17]. Tanto españoles como incas, escogieron los mismos lugares en los que se habían levantado con anterioridad los “pueblos de indios”, aprovechando las tierras agrícolas, canales y acequias existentes. Paralelamente, alrededor de los sectores de La Chimba[18] -al norte del río Mapocho- y el Salto, Ñuñoa y los terrenos del convento de San Francisco al sur de La Cañada, por la actual avenida Brasil, y las tierras que llegaban hasta el cerro de Navia, al oeste de Santiago, los habitantes originales del valle comenzaron a asentarse en “rancherías” establecidas en las fronteras de la ciudad, junto a población proveniente de otras regiones, producto de la migración forzada.

En este sentido, aunque formalmente se respetó el derecho de los indígenas a sus tierras, la posesión final de estas por los conquistadores fue posible gracias a los traslados sucesivos de población[19]. La consolidación de la conquista de la cuenca de Santiago, se produce mediante un pacto suscrito probablemente en un parlamento general celebrado por Valdivia en 1544 -del cual aún no se tiene evidencia- en el que se sientan las bases del proceso de repoblamiento indígena de las tierras situadas entre Maule y Aconcagua. Luego de una guerra de tres años, los indígenas que se habían replegado hacia el sur, son obligados a regresar a sus lugares de origen. Sus obligaciones, que quedaron explícitas en numerosos documentos de la época, consistían en el trabajo por turno en las encomiendas, desplazamiento forzado hacia los obrajes y lavaderos de oro y colaboración con guerreros y bienes en la guerra que explotó en el Bío-Bío. A cambio, algunos fueron exentos de toda forma de tributación, se asignó tierras a las comunidades a lo largo del llano y la costa, se establecieron las tasas que fijaban los salarios, los que fundamentalmente consistían en piezas de vestuario y alimentación, y se reconoció la legitimidad de los jefes o caciques de indios.


[15] Jocelyn-Holt, Alfredo. Historia General de Chile. Tomo I. El Retorno de los dioses. Editorial Planeta. Santiago. 2000. p.128.
[16] Sistema de trabajo por turno.
[17] De Ramón, Armando. Santiago de Chile (1541-1991). Historia de una sociedad urbana. Editorial Sudamericana. Santiago. 2000. p. 17.
[18] Donde también se asentaron indígenas provenientes del Perú, producto de la migración forzada. Luego también se asentarían mestizos, mulatos y negros, constituyendo una población flotante que servía en casas de españoles y sin domicilio propio y fijo. Ver: Jara, Álvaro. Trabajo y salario indígena siglo XVI. Editorial Universitaria. Santiago. 1987. (Capítulos I y III).
[19] Ibíd.: 16.