7.
Termino de la Encomienda y repoblamiento de los pueblos de indios
Fue
en 1789, cuando el presidente de Chile, Ambrosio Higgins dicto con fecha 7 de
Febrero el edicto de termino de la encomienda, obligando a los encomenderos a
terminar y liberar a los indígenas de Chile servicio personal en las
haciendas establecidas en el norte, centro y sur de Chile, señalando que
los mapuche encomendados debían volver a sus pueblos, prohibiendo que las
tierras indígenas fueran ocupados bajo cualquier forma de tenencia por
españoles, mestizos y otras castas. Esto significaba que los mapuche que
servían en las terratenencias hispanas volverían a las tierras de
sus Ayjarewe y Lof que aún conservaban, las que habían sido
mensuradas en los siglo XVII y XVIII y constituían la propiedad
indígena del Pikunmapu, entre los río Aconcagua y Bio Bio. El
edicto de 7 de febrero de 1789 señalaba lo siguiente:
“que
de hoy para en lo subcecibo, ningún Encomendero pueda por si, ni por
medio de sus mayordomos, ni otros sirvientes, obligar a ningún indio al
traxajo de Minas, Chacará, obrages, Ingenios, u otras granjerías
de Encomendero.... Que en concequencia de todo esto desde el precente
día los susodichos Naturales que han estado reducidos a estos trabajos,
quedan con entera libertad de restituirse a sus respectivos Pueblos, de donde
han sido sacados contra su voluntad con aquel motivo, para que en las Tierras
que les pertenecen por sus títulos puedan aplicarse a la labranza de
ellos, y exercitarse en la crianza de ganado, y demás géneros de
industrias que e notros tiempos han practicado.....Qué de aquí
adelante ninguno encomendero, ni otro persona española, Mestizo u otra
persona cualquier casta, se introduzca a sembrar en las Tierras pertenecientes a
dichos Naturales de orden de los Encomenderos, ni por arrendamientos que hagan
alos mismos Indios, o sus principales, y mandones.... Que a más de
esto... los expresados encomenderos no tienen mas derecho, ni pueden exigir de
dichos Indios otro servicio que el Tributo señalado en las
Leyes...”.
La
ordenanza de Ambrosio Higgins, fueron ratificadas por la Cedula Real de fecha 3
de abril de 1791 y la por cédula de 10 de Junio de 1791 se cancelaron
las encomiendas particulares en Chile, ordenándose pasarlas al patrimonio
real y que los mapuche desde sus pueblos directamente a la arcas reales de la
corona.
Como
Higgins dicto su edicto de termino de la encomienda estando en la ciudad de La
Serena, el comisionado español, Ramón de Rozas comenzó su
trabajo de visita de las encomiendas en esta zona del norte del país, que
había formado parte del territorio del pueblo Diaguita y el que
además poseía algunos ancestrales asentamientos mapuche. El 22 de
febrero, Rozas inicio la visita de las haciendas Limarí enviando a los
indígenas al pueblo de Sotaquí, Huamalata y El Tambo. En la
encomienda de Huana, Valle del Limari, los indígenas eran del pueblo de
Sotaqui. En caso de los indios de Choapa, se les indico que deberían
asentarse en Chalinga, donde se creo una reducción indígena pues
los ex encomendados no tenían tierras donde volver.
Sin
embargo, no todos los indígenas se les restituyeron a sus antiguas
tierras. Los hacendados terratenientes influyentes en el poder local idearon la
política de entregar tierras de sus haciendas a los mismos mapuches para
asentarlos y continuar contando para sus trabajo con la mano de obra liberada
del servicio
personal.
Aunque
se libero al mapuche del trabajo obligado en las haciendas se mantuvo la carga
del tributo, que significaba que los habitantes del pikunmapu deberían
pagar con productos u otras formas valorables, los impuestos al rey. Esta forma
de explotación y el proceso de empobrecimiento sistemático al que
habían sido sometidos por el sistema de dominación español,
como no haber recibido salario en el trabajo de las haciendas, sino pago en ropa
y algunos terrenos de cultivo y crianzas, obligo a los mapuche a arrendar parte
de las tierras que tenían en los antiguos Lof y Ayjarewe para saldar el
tributo exigido. Los españoles en virtud de sus intereses violaron la
disposición que ordenaba no hacer uso de las tierras mapuche en los
llamados Pueblos de Indios, buscando disposiciones legales anteriores que los
favorecieran, para lo que hicieron uso de la Ordenanzas de Intendentes de 28 de
enero de 1782, que se aplicaba en el Pikunmapu o Chile central desde 1786, con
lo que consiguieron el arriendo de tierras por los pueblos de indios con el fin
de hacer cancelación del tributo exigido.
Esta
disposiciones fueron cumplidas en forma parcial, pues no todos los mapuche
fueron liberados del trabajo encomendado por los españoles, ya que en
varias haciendas se mantuvo la encomienda hasta muchos años
después. Así en el año 1811, numerosos mapuche se
encontraban entre las fuerza de trabajo en las encomiendas de Choapa,
Combarbalá, Bajo de Melipilla y Agua Clara en Quillota.
En
muchos casos el repoblamiento de los Ayjarewes originales o Pueblos Indios no
fue fácil, en especial en la zona de mayor intervención
española y constitución de la propiedad hacendal latinfundiaria
del territorio del Pikunmapu, como los valles de Aconcagua, Santiago, Rancagua,
Mataquito y el Maule y donde las tierras de los Ayjarewes originales se
encontraban en gran parte usurpadas por los hacendados, por ocupantes
españoles pobres y mestizos, o por la expansión de ciudades y
fundaciones de villas. Sin embargo, en algunos casos la larga defensa de tierras
mapuche permitirá el repoblamiento de los Ayjarewes. Es el caso de las
tierras del Ayjarewe de Codehua, en el sector de Rancagua, donde las tierras
habían sido defendidas por los mapuche en numerosos juicios y a la fecha
disponían de los terrenos de forma libre. Así, la población
mapuche de Codegua que había sido trasladada a la hacienda El Ingenio en
el sector La Ligua, pudo reasentarse en sus tierras originales.
El
conflicto por la recuperación de tierras de los Ayjarewe siguió
vigente durante este periodo, exigiendo los mapuche que se les restituyeran las
tierras usurpadas. Fue el caso de la encomienda que se encontraba en la hacienda
de Purutun de propiedad de Constanza Marín y Azua, donde los mapuches
provenían del Pueblo de Indios de Ponigüe, y que se les había
trasladado a la Hacienda Romeral y luego a Purutun donde se encontraban al
momento de dictarse la liberación de la mano de obra. Esta hacienda se
había formado sobre tierras del pueblo de indios y por tanto los mapuche
exigieron tierras en mismo lugar, y aunque la propietaria señalo que no
eran tierras indígenas, el Fiscal Protector de Indios, estimo que los
mapuche tenían plenos derechos para establecer la reducción dentro
de las tierras de la hacienda Purutun, restituyéndoles su patrimonio de
acuerdo a las ordenanzas. El acuerdo entre el Presidente y propietario
José Tomás de Azua, consistió en la entrega de tierras en
lugar ubicado a tres cuadras de las casas patronales, radicación el que
paso a llamarse Pueblo de Agua Clara.
También,
se produjeron conflictos en otras encomiendas, debido a que la mano de obra
mapuche que trabajaba en el servicio personal no tenía procedencia clara,
debido a los constantes traslados y haber pasado a formar parte de los
“indios de hacienda”, trasladados desde lugares remotos. O donde los
encomenderos – hacendados como repudio a las disposiciones que
librarán la mano de obra simplemente negaron la información de su
procedencia. Fue el caso de la encomienda de Codao cercana a la ciudad de
Rancagua, en la que el Marquéz de Villa Palma de Encalada, gozaba del
prestación de servicios de 200 mapuche, que se suponían
originarios de los Ayjarewe de Aconcagua o de Concepción y que
habían prestado servicio durante 90 años como encomendados. Este
negó información y a la vez decreto la expulsión tal como
lo señalaba la ordenanza de Higgins, y a la vez se opuso a la posibilidad
de entregar tierras al interior de su hacienda de acuerdo a las ordenanzas para
la radicación de los mapuche. De esta manera, el gobierno español
debió intervenir y al no poder devolverlos a las tierras originales, los
llevo al Ayjarewe de Rapel (Navidad) donde los asentó entregándole
las tierras sobrantes del pueblo de indios. Otra versión señala
que el presidente acepto el ofrecimiento de compra de tierras fuera de la
hacienda, comprando en 1794 parte de las tierras del pueblo de Rapel,
correspondiente a 160 cuadras en 800
pesos.
Estas
radicaciones venían a repoblar los antiguos Ayjarewe, o a recuperar
tierras perdidas, que habían sido apropiadas por los hacendados vecinos a
los pueblos de indios. Además existieron casos donde los hacendados y
encomenderos prefirieron mantener la mano de obra mapuche dentro de las
haciendas, efectuado radicaciones de mapuche al interior de la hacienda,
otorgándole propiedades pequeñas pero que los mapuche supieron
exigir los derechos establecidos en las ordenanzas de constitución de la
propiedad indígena.
8.
Creación de Nuevos asentamientos Mapuche al término de las
encomiendas
A
parte del repoblamiento de los Ayjarewes y recuperación parcial o total
de las tierras dejadas vacantes en los pueblos de indios, con posterioridad al
término de la encomienda, decretado el 7 de enero de 1789 se formaron
varias radicaciones de mapuche dentro de las mismas haciendas en que se
encontraban encomendados. Esta política de ofrecimiento de tierras la
impulso el gobierno al advertir que los encomenderos en respuesta al
término del servicio personal de la encomienda comenzaron a lanzar a los
mapuche fuera la terratenencia, sin hacerse cargo de restituirlo a sus Ayjarewes
o pueblos de indios de los que habían sido sacados. La respuesta
hacendal, llevo a la intervención del propio presidente de Chile, para
hacer ver la injusticia que cometían los hacendados al lanzar a los
indígenas y a la vez convencerlos de lo conveniente que les podría
significar radicar a los mapuche dentro de sus extensas haciendas. Comentando en
carta al Rey de fecha 15 de agosto de 1790, el presidente Higgins,
señala sobre el asunto:
“...intentaron,
algunos de los encomenderos, arrojarlos de los lugares en que los habían
mantenido y que buscasen ellos sus matorrales o se arbitrase el modo de darles
tierras en que vivir. Esta pretensión que era general solo llegó a
entablar por dos o tres de los encomenderos... aquietados todos y convencidos
de la injusticia...(designaron) un canto de sus haciendas las tierras
necesarias para acomodar los indios que no mantenían desocupados sus
antiguos pueblos...”
En
efecto, a fines del siglo XVIII en muchas de las haciendas donde los mapuche se
encontraban encomendados, se efectuaron radicaciones entregándoles
tierras dentro de la propiedad hacendal. Estos casos fueron a lo menos 14, donde
se formaron nuevos pueblos de indios y propiedad mapuche. Entre estos se nombran
los de las haciendas Illapel, Pullally y La Palma, en las que se otorgaron
tierras a los mapuche formándose nuevos asentamientos indígenas,
sobre las tierras que ancestralmente le pertenecían ancestrales y que le
fueron usurpadas tres siglos atrás, durante la invasión
hispana.
Uno
de estos casoS fueron las encomiendas de las haciendas de Illapel y Pullally
ubicadas en el Pikunmapu septentrional. Se encontraban encomendadas 142 familias
en su mayoría mapuche que comprendían un total de 450 personas,
provenientes de los Ayjarewe de Curimon, Apalta del valle de Aconcagua, La
Ligua, Llopeo, Rapel y Paucoa. Allí, el Marques de la Pica, José
Santiago Yrarrazabal, alegando que las familias indígenas no
tenían tierras originarias donde regresar y con el fin de mantener la
mano de obra en el lugar ofreció tierras para que se redujeran, radicaran
y asentaran cerca de la hacienda. Entrego para el asentamiento mapuche los
terrenos denominados Estancilla de Varas y Valle Hermoso y el presidente
Higgins acepto esta reducción el 23 de marzo de 1789, midiéndose
120 cuadras regadas, 200 cuadras de montes planos y sin agua, lo que significaba
que solo se entregaban 2 cuadras a cada persona. Los mapuche no aceptaron el
asentamiento, y exigieron que se respetaran las ordenanzas de Gines Lillo, que
correspondían a 10 cuadras al Logko, cinco cuadras a cada mapuche y un
cuarto más, lo que implicaba un total de 800 cuadras de pan llevar
(tierras de cultivo). No sabemos si se entregaron la totalidad de las tierras
exigidas, pero si que se formo el asentamiento mapuche en las estancia de Valle
Hermoso y Estancilla de Varas, ya que el 6 de Junio de 1789, el propietario de
la hacienda cedió las tierras ante el escribano de
Santiago.
En
la hacienda La Palma, en el distrito de Santiago, el propietario de la
encomienda ofreció a los mapuche 25 cuadras para la radicación. El
Logko, no acepto el ofrecimiento solicitando que debería
entregárseles el potrero de engorda de ganado de la hacienda, y luego de
la disputa obtuvo que se le otorgaran un mejor y más amplio lugar dentro
de la hacienda para su
radicación.
El
capitulo del termino de la encomienda y del repoblamiento de los ayllareghues y
radicación de los mapuche dentro del Pikunmapu, fue aprobado por el Rey
por la cédula de 10 de Junio de 1791, en la que declaro que los indios
encomendados quedaban bajo la jurisdicción de la Corona y a los
indígenas deberían entregárseles las tierras necesarias
para la agricultura y ejidos con arreglo a las leyes del Libro 6 de
Recopilación.
9.
Las tierras mapuche del Pikun mapu a fines del periodo colonial
Después
de la liberación de los mapuches del pikunmapu del trabajo obligatorio en
las encomiendas, se decreto su reasentamiento en los pueblos de indios y la
radicación dentro de las haciendas. A cambio del termino de trabajo
obligado deberían pagar el tributo a la Corona, el que era imposible de
ser sufragado por los mapuche, debido al largo proceso de expoliación
sufrido durante todo el periodo de dominación colonial que ya
comprendía los siglos XVI, XVII y XVIII, y que había significado a
los Lof y Ayjarewes la perdida total o de importantes porciones territoriales
debido a enajenaciones forzadas, usurpaciones y remates arbitrarios propiciados
por la sistema de dominación español.
La
capacidad económica de los mapuche se vio reducida a condiciones
extremas, puesto que bajo el sistema de explotación de la fuerza de
trabajo en las encomienda solo se les aseguro su reproducción
mínima y en ningún caso se les permitió la
acumulación de riqueza. La dominación española les impuso
el obligado pauperismo, reduciéndoles las tierras, despojados de aperos
de trabajo, herramientas, insumos de producción y animales, pero
sometidos a la carga impositiva de la Corona, la que se debía pagar en
dinero o producción de alimentos o bienes. Los Logkos de los Ayjarewes o
pueblos de indios que subsistieron alegaron al español que no
podían pagar los tributos, ante lo cual los españoles obligaron a
los mapuche a que arrendaran las tierras para completar el pago de los
impuestos, lo que a su vez violaba las disposiciones del presidente de Chile de
1789, pero resolvía la recaudación impositiva. El tributo
constituía entonces una nueva modalidad de expoliación de los
mapuche del pikunmapu.
De
esta forma las estrategias de subsistencia de los mapuches de los Ayjarewes del
pikunmapu a fines del siglo XVIII y XIX consistían en diversos modos de
trabajo, arrendamiento y no pago de los impuestos. Los mapuches del pueblo de
Melipilla, a los que se le habían quitado su tierras para la
fundación de la villa y trasladados a El Bajo junto al río Maipo,
debían arrendar las tierras sobrantes para pagar el tributo, llegando a
tener 53 arrendatarios en 1792. El Logko de Llopeo, en 1796 señalaba que
la pobreza de su pueblo se debía a la usurpación de tierras, a que
debían arrendar bueyes para los cultivos y a que existía un
política de los hacendados locales de no contratarlos mano de obra
mapuche, impidiéndoles generar ingresos por la vía del trabajo
fuera del pueblo. En Pomaire, los mapuches complementaban sus ingresos de
sobrevivencia, trabajando los hombres en Santiago y las mujeres en la fabrica de
loza de greda. Los mapuche de Chiñigüe vivían como inquilinos
de la hacienda formada sobre sus tierras desde el momento en que les fueron
rematadas por la autoridad española en un acto de arbitrariedad extrema,
cuando en 1787 pretendieron reducirla la población de varios pueblos de
indios de Santiago a una sola reducción, cuestión que no se
concreto, pero donde igualmente las tierras fueron rematadas a José
Antonio Alcalde, viviendo hasta ese momento cómo inquilinos del
adjudicatario del remate y años más tarde, en 1803, se les obligo
a que desocupar las tierras y trasladarse a otro pueblo de indios, pero
prefirieron quedarse como inquilinos de la hacienda Chiñigüe. Los
mapuches de Gallardo, debían dedicarse a la pesca, debido a que gran
parte de sus tierras se encontraban usurpadas y por lo pequeño de la
extensión que poseían no les alcanzaba y para sostenerse
debían arrendar parte de estas. El Logko de Talagante, en 1793
debía arrendar sus tierras para obtener rentas que le permitieran pagar
los tributos. Los mapuches de Agua Clara, asentados en la hacienda La Palma, se
declaraban insolventes para el pago del tributo por lo que fueron allanadas sus
casas en busca de bienes, confiscándoseles pequeñas producciones
de cañamo. En Rancagua, se ordenaba en 1796 el pago del tributo en trigo,
maíz o cualquier efecto, pero los mapuche declaraban que aún
así no lo podían cancelar.
En
el caso de los pueblos de indios de Peumo y Coado, en 1799 debían los
tributos desde el año 1793, que correspondía a 8 pesos y 4 reales
al año. El encargado de la recaudación Juan José
Martínez de Luco, efectuó el recorrido acompañado del Logko
Catileu, pero no logro que los mapuche depositaran el tributo, a pesar de
cobrarlo todos los años. En 1799, las 23 familias mapuche, debían
arrendar parte de sus tierras que en total alcanzaban a 550
cuadras.
Aún
así, los pueblos de indios mantuvieron parte importante de sus tierras y
la larga resistencia anticolonial, permitía aún reconocer
numerosos pueblos de indios en la geografía del norte chico y la zona
central, que correspondió al pikunmapu mapuche.
10.
Los pueblos de indios en los albores de la republica chilena
Durante
la revolución independentista de los chilenos, la primera Junta de
Gobierno constituida el 18 de Septiembre de 1811, estableció nuevas
disposiciones respecto de los mapuche del pikunmapu, sin renunciar a la vieja
idea de reducir aún sus tierras, trasladar y agrupar a la
población a fin de hacer posible y más efectiva la
asimilación cultural y terminar con la resistencia cultural
imponiéndoles un modelo de vida que solo era atractivo para el
legislador. Además, de la igualdad de derecho del indígena que no
pasaba de ser una declaración formal, por que en la practica no los
podía ejercer debido a la discriminación social y cultural que se
había impuesto en la sociedad detentadora del poder, lo único que
hacía era desamparalo de sus tierras y eliminar el régimen de
protección de sus propiedad que aunque imperfecto se había
mantenido durante la colonia, pero la igualdad de derecho, era para el resto de
la sociedad pues se facultaba ¿para adquirir las tierras de
indígenas y a estos para vender.
En
1813, la Junta de Gobierno formada por Francisco Antonio Pérez,
José Miguel Infante y Agustín Eyzaguirre, dicta un reglamento para
constituir nuevos pueblos de indios, rescatando iniciativas llevadas adelante en
periodos pretéritos, en especial las del Proyecto colonial de
Pérez de Uriondo, que se destaco por sacar a remate las tierras de los
pueblos de indios. Estos nuevos pueblos de indios promovidos por los chilenos
buscaban la reagrupación y reducción de todos los mapuches
“...en
dos , tres o más de los mismos pueblos designados por una
comisión”.
Promovía la
formación de “villa formales” dentro de los mismo pueblos de
indios y la construcción de una iglesia con su respectivo
“...cura,
sotacura o capellán, una casa consistorial, una carcel, una escuela de
primera letras, escritura i doctrina cristiana, i serán delineadas con la
regularidad, aseo y policía convenientes. Para cada familia de indios se
formara una casa de quincha o rancho, con dos departamentos, a lo menos, i
también su cocina i despensa, todo bien
aseado”.
El
reglamento legal chileno respecto de los mapuches del pikunmapu, refleja la
ideología del nuevo Estado; terminar por la vía formal con la
resistencia cultural que había permitido al mapuche sobrevivir a la
dominación española, para ser asimilado por el poder civilizador
del Estado, el que pretendía introducir en los pueblos de indios las
instituciones de disciplinamiento social y adoctrinamiento, negando el
reconocimiento de la identidad y cultura mapuche.
Tampoco,
el reglamento se hace cargo de la restitución de derechos a las tierras
que se les había usurpados y a la indemnización por usufructo de
estas por tercero avalados por el estado español. Respecto, a la
constitución de la propiedad se extendía en mismo modelo
disciplinamiento y reducción, promoviendo la pequeña propiedad
individual y descartando la entrega de tierras comunitarias y reconocimiento de
las existentes en esta calidad, como si había ocurrido en las ordenanzas
españolas; “Cada indio tendrá una propiedad rural ya sea
unida a su casa, si es posible, i de no, en las inmediaciones de la villa. De
ella podrán disponer con absoluto i libre dominio; pero sujetos a los
estatutos de policía y nuevas poblaciones, que podrán
añadir o modificarse por la comisión. ”.
A
la vez, se promovía abiertamente el mestizaje y la asimilación, al
procurar que en las nuevas villas residieran también españoles,
pudiendo mezclarse libremente las familias en matrimonios y demás actos
de la vida natural y civil. “El objeto de esta medida era, ocioso parece
decirlo, ‘destruir por todos los modos la diferencia de castas en un
pueblo de hermanos...” (Silva 1962:201), y terminar con las comunidades
mapuches asentadas en Chile central, pues el mismo proyecto en su articulo V
señalaba que la construcción de estas nuevas villas se
financiaría con el remate de todas las tierras de los pueblos de indios
de Chile central o territorio del pikunmapu, nombrándose para estos
efectos una comisión formada por Juan Egaña. Joaquín
Echeverría y Gabriel de Tocornal.
Favoreció
la continuidad de las comunidades mapuche de pikunmapu, la inestabilidad
política de la época, que llevo a que se restituyera en Chile el
poder del Monarca español en 1814, dejándose de lado el reglamento
de reducción y asimilación propuesto por los chileno de la primera
Junta de Gobierno. Al restablecerse el gobierno español, se retomo una
política indígena de resguardo de las tierras mapuche,
restableciendo el cargo de Protector de Indígenas, que en su ejercicio
señala en 1816 que el pueblo de indios de Llopeo, cercano a Melipilla
habían 18 familias mapuche que tenían 65 inquilinos
españoles con 301 individuos y 204 animales, por lo que se pidió
el desalojo de los españoles y la restitución de las tierras
mapuches de acuerdo a como lo señalaban las ordenanzas
españolas.
Esta disposición viene a restablecer el dominio mapuche sobre la
propiedad, ya que se i bien los mapuche debieron arrendar las tierras para el
pago del tributo a la corona entre 1789 y 1811, también al repoblar sus
pueblos de indios encontraron a numerosos ocupantes que se habían
ausentado en su ausencia.
Las
instrucciones del Protector General de Indígenas español tampoco
se cumplieron puesto que en 1818, se constituyo el nuevo Gobierno Republicano de
Chile, con Bernardo O’Higgins como Director Supremo, en que nuevamente se
dictaron disposiciones que afectaran el destino de los pueblos de indios y las
tierras mapuche del pikunmapu.
Una
de las primeras leyes dictadas por el Gobierno Chileno republicano fue el Bando
Supremo de 4 de Marzo de 1819, por medio del cual se le otorgo la
ciudadanía a los indígenas y se les eximio del tributo personal
con el que la corona los había gravado desde el inicio del proceso de
dominación:
“...El
sistema
liberal
que
ha adoptado Chile no puede permitir que esa porción preciosa de nuestra
especie continúe en tal estado de abatimiento. Por tanto, declaro que
para lo sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos, y libre como los
demás habitantes del
Estado.”
Esta
disposición legislativa reconoce a los mapuche la plena capacidad para
celebrar toda clase de contratos, para la defensa de sus causas, contraer
matrimonio, comerciar, elegir las artes que tengan inclinación, y ejercer
la carrera de las letras y las armas, para obtener los empleos políticos
y militares correspondientes a su aptitud. A la vez se les exonera del pago de
contribuciones personales impuestas en condición a su clase, a
consecuencia de su nueva calidad de ciudadanos libre e iguales a todos los
habitantes de la República, dejando s de ser vasallos del
rey.
La
segunda disposición que afectaran las tierras de los mapuches del
pikunmapu, las que habían logrado conservar desde el periodo colonial en
los antiguos Ayjarewe llamados después por el español pueblos de
indios, fue la Ley de 10 de Junio de 1823, dictada por el Director Supremo
Ramón Freire, la que reconocía la existencia y subsistencia de los
pueblos de indios en la zona central, norte y su del país y la necesidad
de mensurarlos nuevamente no para respetar la propiedad indígena
constituía en base alas ordenanzas del periodo el español, sino
para medir dentro de estas las posesiones indígenas y el resto declararlo
propiedad del Estado o fiscal, con lo cual decreta un acto arbitrario de
usurpación de derechos territoriales que afectaban a los mapuche del
pikunmapu, pues solo le sería reconocida una porción de las
tierras y el resto las declarara fiscales para
luego
tasarlas, determinar
sus deslindes y rematarlas a favor del Estado. Esta disposición en la
practica significo que en solo decreto se contenía la reducción de
las tierras mapuches de los pueblos de indios de la zona central y la
apropiación por el Estado del resto de su patrimonio el que a la vez se
beneficiaría de la venta de las tierras usurpadas legalmente, formando la
pequeña propiedad dentro de los pueblos de indios con numerosos
rematantes. En efecto esta ley ordenaba:
1°.-
Que cada uno de los intendentes de las provincias nombre un vecino con el
respectivo agrimensor, se instruya de los pueblos de indígenas que
existan, o hayan existido en su
provincia.
2°.-
Que midan i tasen las tierras sobrantes pertenecientes al
Estado.
3°
Que lo actual poseído según ley por los indígenas, se les
declara en perpetua i segura
propiedad.
4°
Que las tierras sobrantes se sacarán a publica subasta,
haciéndoles los pregones de la lei en las ciudades y villas cabeceras, i
remitan sus
respectivos
expedientes a las
capitales de provincias para que dando el último pregón i
verificado su remate, se vendan de cuanta del Estado.
5°.- Que
los remates se harán por porciones, desde una hasta diez cuadras, para
dividir la propiedad, i proporcionar a muchos el que puedan ser
propietarios.
En
este último articulo el estado pretende resolver en parte el acceso ala
tierras de los numerosas población rural, pero no dispone en
ningún caso la obligación de la subdivisión de las
haciendas y estancias que prácticamente mantenían ocupadas con
dilatados territorios todo las tierras del pikunmapu.
Las
disposiciones no se aplicaron en la zona de Chile central, como había
comenzado a realizarse en Osorno y Chiloé, lo que obligo a dictar el
Decreto de 28 de Junio de 1830, que ordena la ejecución de la Ley de 1823
y dispone la enajenación de los terrenos sobrantes del Estado a cargo de
una comisión integrado por un vecino designado por el Intendente de la
respectiva provincia y un agrimensor, de conformidad al artículo 1°
de la Ley de 1823.
Los
resultados de la aplicación fue la reducción de las tierras de
disposición mapuche en la zona central, y la enajenación de parte
de su patrimonio que habían logrado conservar durante el periodo de
dominación colonial, para beneficiar a mestizos, españoles y
otras castas, ahora todos chilenos, con las tierras indígenas. Un ejemplo
de lo obrado por el Estado Chileno es lo ocurrido con las tierras del
ayllarrehue de Peumo, donde los españoles formaron pueblo de indios del
mismo nombre y los Logkos lograron conservar en un largo conflicto durante le
periodo colonial. Es así como a fines del periodo colonial el Ayjarewe de
Peumo y su Lof, eran dirigidos por el Logko Diego Antipelay gobernó hasta
1744, siendo sucedido por José Catileu, hijo de la hermano del Logko y
Juan Charagüilla, luego su hijo Nicolas Catileu, asumio el cargo de Logko,
que aparecía ejerciéndo el cargo en 1795. Las tierras del ayjarewe
de Peumo en 1799 alcanzaban a 550 cuadras, y sera esta superficie de tierras las
que serán sometidas a la reducción decretada por el Estado
chileno con la ley de 10 de Junio de 1823 y el Decreto de 28 de Junio de 1830.
En
efecto, “En 1830 el agrimensor general, Francisco Tagle Echeverría,
pasó a medir el 4 de diciembre el pueblo de indios de Peumo y a
valorizar (avaluar) las tierras sobrantes pertenecientes al Fisco. Eran las del
pueblo 582 cuadras y un cuarto de pan llevar y 141 de cerros. Las pertenencias
de los indios eran 139 y las de la parroquia 5, del Fisco 438 y un cuarto, pero
220 litigiosas, por tanto 218 y un cuarto, que a 50 pesos cada una con agua y
de pan llevar, dan 10.912 pesos. Las de cerros a 4 pesos cuadra son 546 pesos.
Las tierras del Fisco quedaron formando un cuerpo” (Hanisch 1963:132).
Estos resultados, significan que solo un 25% de las tierras originales se
reconocieron como propiedad mapuche, el 1% de la parroquia y el 74% se declaro
fiscal, de las que un 40 % se encontraba en litigio por estar ocupada por
arrendatarios de los mapuche.
La
situación de los demás pueblos de indios del pikunmapu, corrieron
la misma suerte, al ser reducidas sus tierras por la acción del Estado
Chileno. Aún así, esta reducción ostensible de la propiedad
ancestral mapuche, no termino, por lo menos durante todo el siglo XIX con la
estructura social y cultural mapuche de estos pueblos, pues en 1874 las
autoridades tradicionales aún pervivían, como lo atestiguo el
Intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna en su visita a
Pomaire, donde encontró que el pueblo de indios era gobernado por un
Logko o
cacique.
Hasta
la actualidad se reconocen estos asentamientos mapuche en la geografía
del valle central y el norte chico, aunque con su identidad escondida, en la
medida que la historia de ellos ha sido negada y omitida, borrada por el paso
del tiempo en su expresión étnica, pero viva la memoria su pasado
mapuche. Estos asentamientos indígenas en la actualidad se reconocen como
comunidades tradicionales o zonas de minifundio, localizados entre los
ríos Limarí y Bio Bío y visibles en el mapa de la propiedad
rural. En La Ligua, el pueblo de indios formado a fines del siglo XVIII por la
donación de tierras del Márquez de Pica, entregadas a mapuches
encomendados en las haciendas de Illapel y Pullally, hoy se le conoce como la
Comunidad de
Varas.
También, los recuerso de viejos descendientes del pueblo de indios de
Lampa, comentaban de la Cancha de Gijatun que existía en la planicie de
un cerro inmediato al poblado.
3.
Fütal mapu bafkehche o lafkenche, naüq che o naüqche y
wenteche
3.1.
Deslindes territoriales en el siglo XVI
A
la llegada de los españoles, el territorio mapuche se encontrabaa
encontrado densamente poblado, no obstante la dispersión de sus
habitantes, asunto del que se sorprendieron los primeros visitantes quienes
esperaban llegar a un vasto territorio despoblado y del que dan testimonio los
cronistas, al señalar que los conquistadores
“quedaron
admirados con la cantidad de población que encontraban en su marcha hacia
el sur. Es lo que más impresionó a quienes incursionaban en la
aventura de la fundación de ciudades, encabezada por Valdivia. La
más alta concentración fue encontrada cruzando el río
Itata. Había ciertas áreas, ciertamente, más pobladas que
otras. Una de las mayores concentraciones estaba en lo que hoy es la provincia
de Arauco, esto es, en la falda marítima de la Cordillera de Nahuelbuta,
y también en su falda oriental, hacia los llanos centrales. Sin embargo,
las planicies y llanos, generalmente cubiertos de bosques, eran de menor
densidad.”
Al
respecto, estudios posteriores han señalado que
“La
zona de Arauco junto con la vertiente oriental de Nahuelbuta (Angol y Puren) y
el extremo sur de esta cadena montañosa (Imperial), parecieron haber sido
los lugares más densamente poblados. El camino rodeaba al Lanalhue y
cruzaba la cordillera aproximadamente por el mismo sitio en que hoy se encuentra
el boquete que une Contulmo con
Puren”,
estimandose para la Región de la Araucanía una población
aproximada a los 500.000
habitantes.
Coincidente
con ello el Capitán de Ejército, cronista y testigo desde los
primeros días de conquista, Mariño de Lobera relata que la
expedición de Pedro de Valdivia hacia el sur se encontraban multiplicidad
de habitantes en su derrotero, ya pasando por Arauco, por Tucapel, por Puren,
desde donde
“pasaron
a la Provincia de Tabon, no menos fértil y hermosa que las pasadas y tan
poblada de gente que en un sólo lugar había catorce mil indios sin
otros muchos que había en su comarca. Por todas estas tierras
salían los indios así hombres como mujeres por los caminos a ver
los españoles,... multitud de moradores hasta que finalmente llegaron a
la provincia de Cauten, que era el fin de su
designio.”
Del
mismo modo, llegados a la provincia de Cautín, el cronista relata que
-desde la altura-
“no
se ve otra cosa sino poblaciones. Verdad es que no son pueblos ordenados, ni
tienen distinción uno de otro de suerte que se puedan contar tantos
pueblos, mas solamente está una llanada de casas, algo apartadas unas de
otras, con sus parcialidades distintas, de las cuales reconoce cada una a su
cacique, sin tener que entender con el cacique de las
otras”.
Luego,
al describir las diferentes parcialidades que formaban parte del ser araucano, y
a partir de los vivientes asentados al oriente de la Cordillera de Nahuelbuta,
señala que éstos
“tenían
el nombre de naüqches, abajinos, que les daban los demás indios; los
del valle de Nacimiento a Carahue, particularmente desde Angol hasta Traiguen,
formaban el lelvun-mapu o país de los llanos; los de las tierras altas
pertenecían al huentu-mapu, donde habitaban los belicosos huenteches o
arrivanos... Todos los indios de las rejiones enumeradas distinguían a
los que habitaban en el sur del río Quepe, sin distinción de
límites, con el nombre e
Wijiches”.
A
diferencia de lo sostenido por Guevara, Ricardo Latcham -si bien se refiere al
mismo territorio- distingue dos grupos humanos claramente diferenciados,
señalando que
“esta
extensa zona consiste en dos regiones etnográficas distintas, separadas
por el río Toltén. La primera la podemos llamar Araucanía o
tierra de los araucanos y la segunda, la región o tierras de los
Wijiches, incluyendo en esta denominación, todas aquellas tribus que en
tiempos de la dominación española, habitaban al sur del
último
río”
Al
respecto, Latcham hace un exhaustivo detalle de los habitantes de la
Araucanía, de sus creencias y organización social,
descripción de la cual rescatamos y sistematizamos
“Las
Divisiones Geográficas de la Araucanía en el Siglo
XVI”.
|
AYJAREWE |
LOF |
ITATA
A BIO BIO |
COELEMU
(Entre el río
Itata y el estero Bureo) |
Coelemu,
Otohue, Coihueco |
|
PEGUCO
(Penco)
(Entre el río
Bureo y el río Andalién) |
Talcahuenu,
Aquelpangue, Arana, Puchacay, Andalién |
|
RERE
(ambos márgenes
del Río Claro) |
Huelén
– Huelén, Cahuiñungue, Guachumávida, Talcamávida, |
|
HUALQUI
O GUALQUE
(entre el río
Quilacoya y el mar) |
Laleufu,
Quilacoya, Yecutun, Hualqui o Gualque, Talcahuenu |
|
LLANCAMILLA
(Entre el río
Itata y la margen norte
del río Bio
Bio) |
Tolmilla,
Quelenmapuco |
|
RARINLEVU
O RANRILEVU O RALINLEVU
(Entre el río
Laja y Bio Bio, al oriente de la actual ciudad de Los Angeles) |
S/I |
BAFKEH
MAPU
(Región costera
entre los ríos
Bio Bio y Toltén) |
MARIHUENU
o HUENUREHUE
(Desde el río
Bio Bio hasta el río Carampangue) |
Neculhuenu,
Pailahuenu, Tolpillanca, Antühuenu, Colcura,
Marihuenu, Huenurehue,
Chelchelevo, Coñilevo,
Quiapeo, Cahuiñhuenu,
Tuben |
|
ARAUCO
(Entre el río
Carampangue, la costa de Arauco, el río Lebu y la Cordillera
Nahuelbuta) |
Panguerehue,
LlagWapi, Quidico, Quiapo, Levo, Colico, Arauco, Andalicán, |
|
TUCAPEL
(Entre el río
Lebu y el río Lleu Lleu, el mar y la Cordillera de Nahuelbuta) |
Molhuilli,
Lincoyán, Pilmaiquen, Tucapel, Paicavi, Ancalemo, Tomelemu, Cayucupil,
Ilicura, Vutalebu |
|
LICANIEVU
(Entre el río
Lleu Lleu y el río Tirúa y, el mar y la cordillera de
Nahuelbuta) |
Chamacodo
o Chamaco, Lemolemo, Villoto, Colcuimo, Relemo, Pillurehue, Vilurehue,
Povinco, |
|
|
Licanlebu,
Tirúa |
|
RANQUILHUE
O RANCÜLHUE (Entre el río Tirúa y el río Cautín) |
Rancülhue,
Quinahuel, Pellahuen, Claroa, Rangaloe, Trovolhue, Moncolhue. |
|
CAUTEN
(Entre el río Imperial y Cautín) |
Pelulcura,
Lamocavi, Coyamrehue, Celolebo, Budi |
LELFÜN
MAPU
(Llanos del Valle
Central,
entre el río
Bio Bio y Toltén) |
CATIRAY
(Entre el río
Bio Bio, hasta Negrete y la Cordillera de la Costa) |
Pirenmauida,
Liucura, Pilumrehue, Coyamco, Geuche, Mayurehue, Ñamcurehue,
Arümco, Tabolevo, Curalevo, Quilalemu, Chipino, Peterehue, Millapoa |
|
CHACAICO
(Entre los ríos
Huequen y Renaico) |
Viluquén,
Chacaico |
|
PUREN
(Entre Angol, Traiguen,
la Cordillera de Nahuelbuta y el río Rehue) |
Guadaba,
Puren, Coyamcahuin, Lumaco, Tomelemu, Coipolevu, Picoiquen, Engolmo,
Leburüpu, Voquilemu |
|
REPOCURA
(A ambos lados del
río Chol Chol, desde el río Colpi o Pangueco hasta el
río Cautín y desde la Cordillera de Nahuelbuta hasta los
cerros de Nielol) |
Nielol,
Repocura, Colpillán, Voigüeco |
|
BOROA
(Al sur del río
Cautín , entre los ríos Boroa y Quepe) |
Boroa |
INA
PIRE MAPU
(Región Subandina,
entre
el BioBio y el Toltén) |
MALVEN
(Entre el río
Bio Bio, los cerros de Pemehue y el río Renaico) |
Malvén,
Rucalhue, Quilaco. |
|
COLHUE
(Entre los ríos
Renaico y Malleco) |
Colhue |
|
QUECHEREHUE
O QUECHEREHUA
(Entre los ríos
Huequen y Traiguén) |
Quechurehue,
Adencul, Ñupangue, Quilahueque |
|
QUILLINCO
(Entre los cursos
superiores del río Cautín y Toltén) |
|
|
MAQUEHUE
(Entre los ríos
Quepe y Cautín y al oriente los ríos Huichahue y Cautín) |
Maquehue,
Quincholco, Chumilemo, Puellocavi, Alihueco, Ailnhue, Purumen |
PIREN
MAPU
(Región de
la nieve, la Cordillera de Los Andes en los nacimientos de los ríos
Itata y Toltén) |
QUILCOLCO
(Entre los ríos
Duqueco y Bio Bio) |
Mincoya
Coquilpoco
Atarachina
Iguamamilla Iguandeperén
Millanahuel
Maricaiveo
Inaculicán
Alcanrehue
Calbulicán
Chauquenahuel |
|
RUCALHUE
(A orillas del río
Bio Bio aguas arriba de Santa Bárbara) |
Titilco
Memocoiputongo Queuco |
|
CALLAQUI
(Desde el río
Callaqui, cercano al volcán Laja hasta el Volcán Callaqui) |
S/I |
|
LOLCO
(Ente los Volcanes
Callaqui y el Volcán Lonquimay) |
S/I |
|
LIUCURA |
S/I |
|
HUENCHULAFQUEN
(Alrededores del
lago Riñihue) |
S/I |
WIJI
MAPU
(Tierra de la Gente
del Sur, entre
el río Toltén
y el río Bueno) |
MARICÜGA
O MARIQUINA
(A ambos lados del
curso medio del río Cruces) |
|
|
CHESQUE
(Al norte del río
Cruces) |
|
|
HUENUHUE
O GUANAHUE
(Alrededores del
lago Panguipulli) |
|
|
NAGHTOLTEN
( Río Toltén,
río Donguil hasta el mar) |
|
|
QUEULE
(Al sur del anterior
hastala costa y al Este con Maricüga) |
|
|
PIDHUINCO |
|
|
HUADALAFQUEN
(Margen norte del
río Calle Calle, hasta la mar y con los Aillarehues de Queule
y Maricüga). |
|
|
REÑIHUE
O RIÑIHUE
(Contornos del lago
Riñihue) |
|
|
QUINCHILCA
(Ocupaba ambos costados
del río del mismo nombre). |
|
|
CUDICO
(Entre los río Futa y Chaiguin hasta la mar) |
|
|
COLLICO
(Entre los rios Futa
y Calle Calle, al norte del Cudico). |
|
|
DAGHLIPULLI
(Al suroriente del
Ayjarewe de Collico) |
|
|
QUECHUREHUE
(Entre los rios Toltén
y Allipen) |
|
|
RANCO
(Alrededores del
lago Ranco). |
|
CHAWRA
KAWIN
( Rio Bueno a Seno
de Reloncavi) |
COIHUECO
(Al sur de Osorno
y en las inmediaciones del río del mismo nombre). |
|
|
CUNCO
(Alrededor de La
Unión) |
|
|
QUILACAHUIN
(Entre el río
Bueno y el río Rahue, el estero Folilco y la mar) |
|
|
TRUMAO
(Entre el río
Bueno y el río Chaiguin y la costa) |
|
|
LIPIHUE
(Entre los ríos
Llico y Maullín) |
|
|
LEPILMAPU
(Probablemente en
la costa al sur del estuario del río Maullin) |
|
|
CARELMAPU
(Entre el río
Maullín , el río San José y la Costadle esturio
Reloncavi). |
|
|
CALBUQUEN
(Al oriente del anterior) |
|
- 3.2.
Rebelión Mapuche en la Araucanía: 1550 – 1604
Desde
el momento en que se inauguran las relaciones entre el pueblo mapuche y las
huestes, se da una permanente beligerancia entre las partes: es el choque entre
el invasor y el invadido.
En
los inicios, a partir del año 1492, las incursiones bélicas
hispanas se dirigen hacia el área pichunche, quienes se refugian en los
pukaras, a fin de proteger a los suyos e impedir el acceso de los invasores a
los frutos de la tierra, lo que –en la práctica- redundó en
que la sociedad indígena picunche se debilitara, ya que hubo que dedicar
los esfuerzos a la defensa de la invasión y dejar de lado las labores de
siembra y cosecha. De otro lado, se sucedieron los continuos asaltos de los
españoles a los pukarás a fin de aprovisionarse de
alimentos.
En
cierto modo, la primera frontera entre el mundo araucano y el mundo hispano se
fija en el río Maule, deslinde que se mantiene hasta la década de
1550, momento en que los españoles perciben que la conquista del
área que se extiende entre Copiapó y dicho río se encuentra
asentada y será permanente en el tiempo. Por otro lado, la
población indígena había descendido a niveles tales que
hacían imposible el tener mano de obra, fundamental para hacer realidad
las ansias de riqueza del conquistador español.
A
ello hace referencia Mariño de Lóbera, quien relata que
“Desde
el primer día que los españoles entraron en esta tierra de Chile
siempre fue su principal intento ganar los estados de Arauco y Tucapel, por ser
los más principales de Chile, así por la hermosura y fertilidad de
la tierra, como por la gran abundancia de oro que hay en sus minas, y aunque
diversas veces lo habían intentado, siempre se volvían antes de
llegar a donde deseaban por no ser menor la ferocidad y valentía de la
gente araucana y tucapelina que su riqueza y abundancia.”
Del
texto citado se induce que la zona situada al sur del río Maule contaba
con dos elementos fundamentales que la hacían apetecible para el
español: abundancia de oro y de población
indígena.
A
ello se sumaban las noticias de la belleza del lugar a conquistar y la variedad
y multiplicidad de alimentos que en dichos parajes se cobijaban:
“Verdaderamente
todas estas tierras de Arauco y Tucapel, y las demás circunvecinas son
tan excelentes en todo que parecen un paraíso en la tierra; los
mantenimientos son en tanta abundancia, que no hay que comprar ni vender cosa de
ellas, sino tomar cada uno lo que quisiere de esos campos de Dios, los cuales
están ricos de todas las cosas necesarias, como maíz y otros
granos, frutas y legumbres; y no es menor la hermosura de los valles cerros y
callados que no hay pie de tierra perdido, pues todo está lleno de
mantenimientos de los hombres y cuando menos de pastos para los ganados, donde
hay ovejas sin número, y otras muchas reces, fuera del ganado vacuno que
después de la entrada de los españoles, es tan sin tasa, que se lo
lleva de balde el que
quiere.”
En
dicho espíritu, de expansión territorial y de búsqueda de
riquezas, una vez que Pedro de Valdivia concluyó haber dejado
“la
ciudad de Santiago bien fortalecida con todos los vecinos y mineros y otros
moradores, salió con más de trescientos hombres escogidos, y fue
marchando hasta llegar a un puerto de la provincia de los paramocaes donde
estaba un caudaloso río; el cual pasaron todos en balsas que hicieron de
enea.“
Así,
Valdivia y sus trescientos hombres, acompañados de un contingente
importante de indios auxiliares, parten desde Santiago a fines de 1549, para
encontrarse con los conas mapuches en el paraje de Andalién, el
día 24 de Febrero de 1550.
De
acuerdo a los testimonios de la época, el contingente araucano no estaba
ajeno a lo que estaba sucediendo con los pueblos indígenas asentados
más al norte ni desconocía los objetivos de los invasores. Por el
contrario, las tropas
mapuches
“estaban prevenidas habiéndose comunicado y concertado todos los de
aquellas provincias, como son la de Nube, Itata, Renoguelen, Guachimavida,
Mareande, Gualqui, Penco y
Talcahuano”,
se nombra como
autoridad máxima a Aynabillo, a quien
“cometieron
el plenario dominio, y potestad de mandar en toda la tierra sin aguardar
parecer de
nadie”,
y una vez elegido
“mandaron
aviso de ello por toda la tierra, notificando a todos de su elección y
ordenándoles que acudiesen a la guerra, y muy en particular a los bravos
araucanos y tucapelinos, que estaban a veinte leguas del lugar donde él
fue
electo.”
La
batalla de Andalién significa el triunfo de los españoles,
muriendo en ella alrededor de 10.000 indios y sólo 1 español (al
decir de Mariño de Lóvera), influyendo en los guerreros araucanos
la caída de un aerolito, en el que creyeron ver algún tipo de
designio.
Pocos
días después, el 1 de marzo de 1550, y a dos leguas del lugar en
que se libró la batalla, Pedro de Valdivia funda la ciudad de
La
Concepción Inmaculada de la Madre de Dios y Señora
Nuestra, a la que la
sucede la fundación de los fuertes de Arauco, Tucapel y Purén, y
la ciudad de Los Confines, actual Angol, Imperial, Valdivia y
Villarrica.
Con
ello, el español no sólo pretende levantar poblaciones y hacer
posesión en lugares estratégicos, el objetivo es extraer riquezas,
oro principalmente, y hacerse de mano de obra indígena, sea a
través de la encomienda o a través de la abierta esclavitud, bajo
el subterfugio de tomar indios ‘en guerra’.
Respecto
a la extracción del preciado material, clarificadora es la imagen que nos
entrega Alonso de Góngora y Marmolejo, quien presenta a Pedro de Valdivia
ante “800 indios sacando oro, y para
seguridad de los españoles que en las minas andaban mando a hacer un
fuerte donde pudieran estar seguros. Estando en esa prosperidad grande le
trajeron una batea llena de oro. Este oro le sacaron sus indios en breves
días. Valdivia habiéndolo visto no dijo más, según
me dijeron los que se hallaron presentes de estas palabras: desde agora comienzo
a ser
señor.”
Así sucedió en Villarrica, que a la extracción de
inimaginables cantidades de oro debe su nombre, en Talcamávida,
Quilacoya, Marga Marga, Carelmapu, Las Cruces, entre otros.
Paralelamente,
al fundar Concepción se estaba dando una señal política de
gran trascendencia: sería el centro de la conquista española,
allí residirían en buena parte del año los Gobernadores
–hasta avanzado el siglo XVIII- y sería, junto con la ciudad de
Valdivia, el centro de operaciones militares y comerciales de los representantes
de la corona. Así, apenas fundada la villa de Concepción, se
distribuyen los solares y se entregan indios en encomienda, y a medida que se va
poblando se va cumpliendo con la otra vía de conquista, se irán
levantando los conventos religiosos de Santo Domingo, San Francisco, La Merced,
San Agustín.
En
este contexto, y así como una vez dejó la ciudad de Santiago a
resguardo del ataque de la gente de la tierra, Valdivia ahora lo haría
con la villa de Concepción, y decide adentrarse en la Araucanía
por el camino de la costa, por la vertiente oriental de la Cordillera de
Nahuelbuta.
A
poco andar, funda la ciudad de Imperial, en 1552; en Febrero de 1553 funda la
ciudad de Valdivia, ordena fundar Villarrica, levanta los fuertes de Arauco,
Tucapel y Puren; y a fines de 1553 funda la Ciudad de los Confines,
Angol.
No
obstante la relativamente fácil campaña de las huestes
españolas, la que había tenido encuentros esporádicos con
los indígenas, éstos estaban preparando un gran levantamiento, se
estaba inaugurando la “Guerra de Arauco”, la que con diferentes
matices, intensidad e interpretaciones, será el escenario en que se
desarrollarán los futuros encuentros.
Fundamental
en esta etapa será el levantamiento indígena de Tucapel, en que
los mapuches, dirigidos por Caupolican, atacarán una y otra vez a 200
españoles, produciendo el agotamiento de las fuerzas invasoras y
aprehendiendo a Pedro de Valdivia, a quien se le da muerte el 25 de Diciembre de
1553, a lo que siguió el devastamiento de los fuertes y pequeñas
villas levantadas por los españoles, extendiendo luego los ataques hacia
la zona central.
Pocos
días después, el 26 de Febrero de 1554, el gentío mapuche
ataca en Marihueñu a la tropa española, y lo hace de la misma
forma como lo había hecho en Tucapel, a través de continuas
oleadas de guerreros, para lo que utilizaban a su favor el cabal conocimiento
del territorio.
Lo
que quedaba del ejército español huía despavorido hacia el
valle central, en cambio, los mapuches entraban victoriosos a Concepción,
ciudad en la que no se encontraron con ningún habitante, y que una vez
saqueada fue incendiada por completo.
Había
sucedido a en su cargo a Pedro de Valdivia don Francisco de Villagra, quien
atacó sorpresivamente a las fuerzas de Lautaro, que avanzaban hacia el
norte, en las orillas del río Mataquito, en un lugar próximo a
Peteroa, en la madrugada del 2 de abril de 1557, muriendo junto a Lautaro una
cantidad cercana a los 700 combatientes mapuches.
Mudo
testimonio de la derrota de los hombres de la tierra y de la soberbia
española, la cabeza de Lautaro es llevada a la ciudad de Santiago, donde
es enterrada en una lanza y exhibida en la Plaza Mayor, como trofeo y como
escarmiento.
A
Villagra le sucede García Hurtado de Mendoza, hijo del Virrey del
Perú y Marqués de Cañete, quien lo nombra Gobernador, y se
embarca en Perú –en el verano de 1557- con un ejército de
religiosos y 300 soldados, además de una flota de barcos cargados de
municiones y alimentos.
García
Hurtado de Mendoza recala -luego de un largo periplo- en la Isla de Quiriquina,
cercana a la destruida Concepción, donde ordena levantar un fuerte, el
fuerte de San Luis, escenario del siguiente encuentro bélico, en el que
la recién traída pólvora y un contingente nuevo le
significarían una derrota para los Araucanos. No obstante la derrota,
García Hurtado de Mendoza había conocido en carne propia el arrojo
y valentía de la gente de la tierra, de los que hasta entonces
sólo tenía noticias.
No
obstante los efectos que tuvieron los arcabuces en los mapuches, se enfrentaron
a poco andar con las renovadas fuerzas españolas, en el combate de
Lagunillas, el 8 de Noviembre de 1557. Si bien ningún bando salió
victorioso, García Hurtado de Mendoza hizo gala de un gran
ejército, el que los cronistas describen como de unos 550
españoles fuertemente armados, unos 4.000 indios auxiliares y unos 1.000
caballos, y de una incomparable crueldad con los cautivos en combate, sometiendo
a deleznables torturas a los caciques y coronando su actuar cortando los brazos
a Galvarino.
A
fines de mes, específicamente el 30 de Noviembre, se produce un nuevo
combate, en Millarapue, donde las fuerzas mapuches son derrotadas, Galvarino y
un número importante de caciques son ahorcados, y Caupolican es apresado
y llevado a Tucapel, lugar donde es condenado a morir empalado en una
estaca.
A
diferencia de lo que pensaban los estrategas españoles, las torturas y
vejámenes a que eran sometidos los caciques cautivos, en conjunto con los
abusos y explotación de que eran objeto los indios encomendados, iban
produciendo un sentimiento unificador en un pueblo hasta entonces
disperso.
En
el año 1561 Francisco de Villagra sucede a Hurtado de Mendoza,
encontrándose con una situación de guerra latente, lo que era
agravado por que se comenzaron a dictar normas a fin de proteger a los indios
encomendados, en forma de ordenanzas reales, las que señalaban el
interés de la corona de que el encomendero cobrara al indígena una
serie de tributos, reemplazando el antiguo y anhelado trabajo
‘obligatorio’ a que estos eran sometidos, órdenes a las que
el hacendado español se negaba.
Los
Gobernadores españoles se sucedían uno a otro, así como los
encuentros bélicos, sin que se llegara a la imposición total de
una parte sobre otra. Y así como continuaban los abusos, continuaban los
combates. Los mapuches triunfan en Lincoyán, los españoles
triunfan en Reinohuelén y Tolmillán.
Finalmente,
en 1592 es nombrado Gobernador Martín García Oñez de
Loyola, quien será partícipe de un hito en la historia del pueblo
mapuche, y sobre todo, del desarrollo posterior de los hechos.
Si
bien los combates y encuentros bélicos se sucedían, con mayor o
menor intensidad, a fines de 1598 se acude a un suceso fundamental, suceso que
marcará la Guerra de Arauco y las relaciones a futuro entre el pueblo
mapuche y las huestes españolas.
Hasta
entonces las intenciones hispanas de hacerse del territorio mapuche no se han
amilanado, realizando para ello sucesivas incursiones, en una de las cuales
Oñez de Loyola
se dirigía a la ciudad de Los Confines, cuando es sorprendido por las
tropas mapuches en las orillas del río Lumaco.
Dicho
encuentro se produce el 23 de diciembre de 1598, en Curalaba, y significa la
victoria de la gente de la tierra, dirigida por el hábil Toki Pelantaru,
trayendo con ella a muerte del Gobernador Martín García
Oñez de Loyola y de unos 3.000 españoles, y la destrucción
de toda presencia hispana al sur del BioBio.
El
triunfo de Curalaba no era una victoria más, al contrario, era al inicio
de un levantamiento general y con ello
“cambió
el curso de la guerra de Arauco. Allí se demostró la superioridad
militar de los mapuches. Pelantaru destruyó todas las ciudades al sur del
BioBio; Valdivia fue incendiada, se despoblaron Angol e Imperial y Villarrica
fue destruida y olvidada por doscientos ochenta y tres años. Las ciudades
fundadas al interior del territorio no volvieron a construirse hasta la
ocupación de la Araucanía en el siglo
XIX”.”
En
conjunto con lo anterior, a la colonia española entra en una profunda
crisis, obligando a la creación de un ejército profesional, el que
será mantenido desde el extranjero a través del Real Situado; la
colonia española se empobrece mucho al cerrarse los lavaderos de oro de
Valdivia; y finalmente, los indígenas del norte se refugian en la
Araucanía, despoblando el valle
central.
Por
otro lado, la agricultura, que a principios de siglo era muy modesta, con el
pasar de los años, al igual que la ganadería, adquirió
algún grado de desarrollo y a fines del siglo XVI era una actividad de
importancia, en la medida que la minería la fue perdiendo, fruto de su
temprano agotamiento.
Lo
anterior era acrecentado por el aumento de la demanda de alimentos en
Perú y Potosí, y en el ámbito interno, de la
población. Los cronistas de la época le dan la categoría de
importantes centros de producción agrícola a Santiago, Osorno y
Valdivia.
En
síntesis, con la rebelión de 1598, se produce una gran crisis
alimentaria, de exportador se pasa a importador, y la economía colonial
se recupera pero sólo a nivel interno, con el crecimiento del
ejército español, ya que gran parte de la producción se
consumía con los dineros del Real
Situado.
Finalmente,
se ingresaba a otra etapa de la relación entre los españoles y los
mapuches: se fija como frontera el río Bio Bio, y toma fuerza la idea de
la “Guerra Defensiva”, ideal representado por el Misionero Jesuita
Luis de Valdivia.
3.3.
Reducción territorial y constitución de la fronteras:
De
las Guerra Defensiva a la Frontera del Bio Bio
No
obstante la ola de destrucción de ciudades en el sur de chile, entre los
años 1598 y 1602, fruto del levantamiento mapuche generado por la
Victoria de Curalaba, habían otras razones que incidieron en el cambio
político adoptado por la corona española, como fueron el arribo de
barcos y navíos de piratas y corsarios holandeses en el Sur de Chile,
específicamente en Chiloé. Ello ponía en peligro no
sólo el dominio de dichos espacios territoriales, sino también
llevaba en sí la posibilidad de alianzas entre elementos foráneos
y las diferentes parcialidades indígenas.
Por
otro lado, debe tenerse claro “las siete poblaciones que se fundaron
durante el siglo XVI entre el río Maule y el territorio de Osorno, aunque
eran las más florecientes del reino, albergaron sólo a un
número reducido de conquistadores que, por lo general, no era superior al
de 100 vecinos mal comunicados entre sí, establecidos en un territorio
poblado de indígenas hostiles, cuyo número era varias veces
superior.”
Como
fuere, es nombrado el veterano guerrero de Flandes Alonso de Ribera, y
será quien llevará a cabo la propuesta de “Guerra
Defensiva”, si bien su principal representante fue el Misionero Luis de
Valdivia, quien estaba tratando de evangelizar a los naturales desde el
año 1593, ingresando libremente a la Araucanía y hablando con
facilidad la lengua de la
tierra.
En
términos ideológicos, el concepto de Guerra Defensiva se fundaba
en la Bula
Papal
"Sublimis Deus"
(1537), la que entre sus preceptos ordenaba la que los indios no estaban
privados de su libertad ni del dominio de sus cosas, como tampoco podían
ser esclavizados, así como la propagación de la fe debía
ser voluntaria, no impuesta por la fuerza.
En
términos prácticos, el sacerdote Luis de Valdivia
“proponía
que se prohibieran las malocas, que las ciudades y fuertes de la frontera se
poblaran suficientemente para resistir al enemigo, sin que hubiese necesidad de
más presidios y milicias; que se abrogara el servicio personal de los
indígenas, dejándolos en libertad y reducidos a pueblos, donde
pudieran ser adoctrinados y que no pudieran ser
esclavizados”
No
obstante las buenas intenciones del misionero, la política en
cuestión era contradictoria con otras normas dictadas por la corona
española, como es la Real Cédula de 26 de Mayo de 1608 que
autoriza la esclavitud de indios hombres mayores de diez años y medio y
mujeres mayores de nueve años y medio que fueren sorprendidos con armas
en la mano, a fin de premiar con ellos a la soldadezca e incluso a los indios
amigos, en la medida que a estos últimos se les extraería del
trabajo forzado o persona. A ello se agregaba que los menores pasaba a formar
parte del servicio personal de quienes los capturasen, hasta la edad de 20
años.
Paralelo
a estas medidas se crea un ejército profesional, con 2.000 efectivos,
financiado a través del Real Situado.
El
hecho es desde 1610 en adelante se aplica en la Capitanía General de
Chile el sistema de Guerra
Defensiva, lo que
implicó que se prohibieron las correrías españolas
más allá de la línea de frontera del Bio Bio, se
anuló la Real Cédula de 1608 que permitía la esclavitud
indígena y se prohibió el servicio personal de indígenas,
lo que fue reemplazado por una contribución en dinero. Felipe II
delegó amplios poderes a Luis de Valdivia para dirigir la guerra
defensiva, fundar misiones y enviar misioneros a la Araucanía. Sin
embargo, en la práctica el sistema nunca pudo ser efectivamente aplicado
en el conflicto con los mapuches, no obstante los esfuerzos desplegados por el
Padre Valdivia.
En
este contexto se encuentran los Parlamentos de Cateray y Paicaví. En el
mes de mayo de 1612, en las Paces de Cateray participaron más de 500
asistentes, y el Padre Luis de Valdivia se dirigió a los ulmenes,
capitanes y conas en representación del Rey de Castilla, señalando
entre los beneficios de la paz el que
“vendrá
la abundancia de todos los bienes y multiplicarán sus hijos y ganados, y
se acabará este aborrecimiento y odio que hay entre Españoles e
indios, y se convertirá en hermandad, en buena vecindad y
compañía, en amor y amistad grande; y ellos vendrán a
comprar lo que hubieren de
menester”,
agregando los acuerdos que se lograron en la Asamblea:
“No
hacer guerra a los españoles ni robarles animales. Devolver a los
cautivos que hubieren en Cateray y aconsejar a otras provincias que hicieren lo
mismo. Permitir la entrada de misioneros a su territorio. Consentir que
mensajeros atravesasen la provincia. Avisar a los españoles la llegada de
barcos
ingleses”.
A
cambio de ello, y ante las amenazas de los guerreros mapuches, el
ejército español se vio obligado a desmantelar el Fuerte de San
Jerónimo, como prueba irrefutable de que se llagaba a un ‘momento
de paz’, haciendo innecesaria la presencia del enclave fortificado,
así como la devolución de piezas (esclavos) y de dos caciques
puestos en cautiverio. En los mismos términos, y sólo 6 meses
después, el 26 de Noviembre de 1612, se desarrolla el Parlamento de
Paicaví, al que asisten representantes de las parcialidades de Elicura y
mensajeros de Puren, llegando a acuerdos de paz en los mismos términos
que en Cateray.
Si
bien entre 1616 y 1620 Felipe III prolongó la aplicación de este
sistema de guerra en Chile, fueron los mismos gobernadores de la
Capitanía General quienes seguían siendo partidarios de la guerra
ofensiva y de hecho la practicaron al margen de las ordenanzas. Entre 1613 y
1616 Alonso de Ribera entró repetidas veces al territorio de la
Araucanía y para simular que con estas expediciones, que se
dirigían especialmente a la localidad de Purén, no se violaban las
órdenes reales, expresó que se hacían con el pretexto de
proteger a los indios amigos de las continuas ofensivas de los
‘rebeldes’, yendo las tropas españolas como
‘auxiliares’
A
modo de ejemplo, en1615 Alonso de Ribera organiza una expedición a Puren
de 700 indios amigos y 500 españoles ‘de resguardo’, para
luego informar “pasé el
río Bio Bio para entrar en Puren donde hice los mayores daños al
enemigo, ...quitóseles mucha comida, matáronsele algunos y se
prendieron otros”
En
definitiva, ya sea porque la sociedad colonial dependía
económicamente del Real Situado, que tendería a desaparecer si la
Guerra Defensiva se asentaba, sea porque la soldadezca y encomenderos no estaban
dispuestos a renunciar a sus intereses señoriales, sea porque las
autoridades no tenían real voluntad política de llevar a cabo sus
preceptos, sea porque la captura de indios continuó siendo una
práctica común, o bien porque las incursiones mapuches a las
villas españolas continuaron, la Guerra Defensiva tuvo una corta
vida.
En
ello también incide las continuas malocas realizadas al norte del Bio Bio
por conas mapuches, ya sea para rescatar indios esclavos o capturar animales,
especialmente
caballos.
A las
incursiones señaladas, se suma la presión que ejercen las
autoridades españolas radicadas en Chile hacia sus superiores
monárquicos, destacando entre ellas la carta que envían los
vecinos del Cabildo de Santiago en 1616 al Rey, en la que solicitan
“...se haga la guerra a fuego y
sangre.”
De
todo lo anterior se desprende que -a partir de Enero de 1626- vuelva en gloria y
majestad la guerra ofensiva, lo que incide en que los encuentros bélicos
se sucedan en el tiempo, y quedando en la memoria mapuche el triunfo en Las
Cangrejeras, en un memorable combate dirigidos por el intrépido Lientur y
en el que es apresado –entre muchos otros españoles- el
capitán y Maestre de Campo Francisco Núñez de Pineda y
Bascuñán, autor de “El Cautiverio Feliz”.
Sin
embargo, poco tiempo después, el ejército de conas dirigido por
Quempuante y Butapichón son vencidos en el año 1631 en La
Albarrada. Todo ello da pie para instaurar una nueva política: Los
Parlamentos
- 3.3. El
sistema de los parlamentos
La
Importancia de los parlamentos de Cateray y Paicaví, radica en que son el
antecedente inmediato del las Paces de Quillin, parlamento realizado en el
año 1641, que ratificará solemnemente y en derecho la frontera del
Bio Bio entre españoles y mapuches, además de reconocer entre
dicho río y el Toltén un espacio territorial cuya
jurisdicción no correspondía a las autoridades españolas,
sino a las autoridades mapuches, los que se comienzan a relacionar como
nación autónoma con los representantes de la corona
española.
A
instancias del Marqués de Baides, don Luis López de
Zúñiga, se desarrolla en los llanos de Quillín, en el mes
de Enero de 1641, un concurrido Parlamento, del que participaron las más
importantes y poderosos Logkos de la Araucanía: Chicaguala, de Maquehua,
que contaba a la sazón con mil lanzas, Loncopichón, con tres mil
lanzas, Butapichón, quien representaba a los capitanes, generales y
Logkos, y el intrépido Lientur, quien habló a nombre de los conas,
de los guerreros de Arauco.
Una
vez finalizados los discursos se firmaron las siguientes condiciones de paz:
“El
Gobernador los dejaba libres en su territorio y sin que pudieran ser reducidos a
esclavitud, obligándose además a no permitir que ningún
español pisase sus tierras, a no ser los misioneros jesuitas, y a
destruir el fuerte de Angol; todo lo cual equivalía a reconocer de hecho
la independencia de Arauco y a declararse vencido e impotente el ejército
español al retroceder la línea de sus fronteras con la
destrucción de Angol, como en efecto se llevó a cabo luego
después. He ahí pues reconocida por un acto oficial la
soberanía de Arauco. En cambio, los Araucanos se obligaban a entregar los
cautivos, a permitir la entrada de los misioneros a su territorio y a combatir a
los enemigos de los españoles, como por ejemplo a los corsarios ingleses
y holandeses que intentaban desembarcar en las costas de la Araucanía y
hacer alianza con los araucanos para combatirlos a
ellos”
En
la práctica, los resultados del Parlamento serán los siguientes:
reconocimiento de la independencia de los mapuches en el territorio que se
extendía al sur del Biobío hasta el Toltén; despoblamiento
de Angol por parte de los españoles; permiso para la entrada de
misioneros al territorio indígena para evangelizar; devolución y
canje de prisioneros, entre los que se contaban un número importante de
mujeres españolas cautivas. A ello se agregaba el dar fin a la
encomienda, institución que era causa de la mayoría de los males
indígenas.
Con
el Parlamento de Quillin se inauguraba una nueva forma de relación entre
los españoles y la gente de la tierra, por lo menos existe un compromiso
formal de ambas partes respecto de hacer realidad los acuerdos convenidos.
Mención aparte merece la esperanza de los misioneros jesuitas, quienes
ven en ellos un fértil camino para realizar la
evangelización.
A
fin de dar a conocer los resultados del Parlamento de 1641, el Gobernador ordena
celebrar en 1647 un nuevo Parlamento, también en los llanos de
Quillín, y otro en 1651, en Boroa, el 24 de Enero, el que en palabras
del Padre Diego de Rosales
“acabose
con gran regocijo de todos el juramento de las paces y fue este día el
más festivo que se ha visto en Chile, por no haberse visto jamás,
sino es hoy, todo Chile de paz desde Copiapó a Chiloé, sin que
hubiese en todo el reino indio, ni provincia ni guerra; que si bien muchas veces
y en tiempos de estos gobernadores se han celebrado paces, siempre ha quedado
alguna provincia de guerra, pero ahora no quedó provincia que no se
hallase en este parlamento y diese la paz a Dios y al
Rey”
No
bien se firmaban las paces y se lograban acuerdos de sobrevivencia, la
convivencia pacífica entre mapuches y españoles llegaba a su fin
al poco tiempo, generalmente a causa de incursiones españolas en busca de
indios esclavos, o bien a causa de malocas indígenas en busca de
recuperar esclavos y capturar animales.
Sin
embargo, aparte de dichas incursiones, hubieron momentos en que se produjeron
levantamientos de importancia mayor, los que han sido conocidos como
‘rebeliones generales’, es el caso de la gran rebelión de
1654.
La
historia nos enseña que corría el año 1654 cuando
naufragó en las costas de Valdivia una embarcación, de la cual los
indios cuncos extrajeron los bienes que llegaban a la costa y dieron muerte a
los sobrevivientes. A causa de lo anterior, y con el argumento de vengar la
afrenta (no obstante el tener como motivación tomar indios en guerra, y
por tanto, esclavos), el maestre de campo Juan de Salazar realizó una
expedición punitiva compuesta por 900 soldados y 1.500 indios amigos que
salen desde el fuerte de Nacimiento. Muchos de ellos murieron al cruzar el
Río Bueno, donde comenzaba la frontera cunca. Fracasada la empresa, al
año siguiente (1655) parte desde Concepción una nueva
expedición española, estimulada por el mismo deseo de tomar indios
en esclavitud.
Paralelamente,
en Febrero de 1655 se levantaba la Araucanía entera, alcanzando hasta el
río Maule, levantamiento del cual fue culpado el Gobernador Acuña
y Cabrera, cuñado de Juan de Salazar, a quienes las autoridades
españolas de la época los acusaron de sólo tener
interés pecuniario, el que satisfacían con la captura de esclavos,
y que esa habría sido precisamente la causa del levantamiento
indígena.
Lo
anterior implicó la eliminación de cualquier presencia
española al sur del BioBio, la destrucción de todas las estancias
hasta el Maule y el despoblamiento de Chillán. Asegurada nuevamente la
frontera en el río Bio Bio, y ante la orden de la corona española
de prohibir la esclavitud de indios, se desarrollará en adelante un
período de relativa paz, no obstante que cada tanto hubieran encuentros
bélicos menores y focalizados.
A
fines del siglo XVII, en los llanos de Yumbel, se produce un nuevo encuentro
entre las autoridades españolas, asentadas en la Capitanía General
de Chile, y las autoridades locales representantes de una multiplicidad de
Ayjarewes repartidos en
“cuatro
Butanmapus
según
su modo están los tres en el hueco que hace a la cordillera nevada y en
el mar y el otro pasada la cordillera nevada del lado del oriente, y
están compuestos en cuatro líneas, de norte a sur, donde ellos
residen, y por cada Butanmapu se siguen sus comunicaciones, de confidente a
confidente, y tiene cada Butanmapu por su línea más de cien leguas
de longitud y ocho a diez leguas de
latitud.”
El
Parlamento de Yumbel, que se desarrolla en Diciembre de 1692 y al que asisten
más de 5.000 personas, 200 caciques y alrededor de 500 mocetones, el
Gobernador y Capitán General del Reino de Chile Thomas Marín de
Poveda había convocado a fin de comunicar
“el
deseo que asiste a sus Majestad Católica de que gozasen el beneficio
principal de la paz que tocaban y otras cosas tocantes a la
religión”.
La
importancia territorial de dicho encuentro, que en definitiva se convocaba para
tratar temas religiosos, radica en que la corona española, a
través de sus representantes, reconocía la autoridad de los
caciques, desistía de sus intentos por avanzar hacia la Araucanía,
trataba a los habitantes al sur del Bio Bio como vasallos de la corona, ya no
como bárbaros e incivilizados, levantaba la necesidad de una paz duradera
y reconocía la autonomía de la gente de la tierra.
Por
otro lado, se reconocía los constantes agravios de los que había
sido objeto el pueblo mapuche y ahora sólo se les solicitará la
autorización para que religiosos ingresen al territorio del que la corona
española no tiene jurisdicción.
Al
respecto, el intérprete relató que el gobernador había
viajado a España, informando a su majestad, quien
“le
mandó que viniese a gobernar a estas provincias y a solicitar el mayor
bien de los indios, y mantenerlos en paz y justicia no permitiendo que se les
hagan molestias ni agravios, finalmente a tratarlos y a que sean tenidos por
Vasallos de su Majestad como lo son los demás sujetos a su corona
gozando enteramente su
libertad.” En
síntesis, se reconoce formalmente el ser vasallo del mismo rey, asunto
que a los mapuches no les significaba dejar de lado sus autoridades, y que
significaba el reconocimiento español como iguales a quienes había
denostado y demonizado y, aún así, no había podido
vencer.
A
las autoridades indígenas se les ofrecía paz duradera,
“estar
quietos en sus tierras gozando de sus haciendas, familias y
ganados” y
éstos se debían comprometer a permitir la difusión de la
doctrina católica en su territorio, a fin de poder lograr una
comunión religiosa y
“vencer
algunas dificultades que ocasiona el modo de vivir que tienen los
indios”, para lo
cual el Gobernador solicita a las autoridades indígenas admitan
misioneros
“que
los instruyan y bauticen y los casen según orden de Nuestra Santa Madre
Iglesia y esto solo aquellos que voluntariamente solo quisieren ser
Cristianos”
(P.34)
A
nombre de los mapuches, quien en primer lugar dirigió sus palabras a los
asistentes al Parlamento fue Luis Guilipel, en cuya jurisdicción se
realizaba el encuentro, lo que agradecía e invitaba a aceptar las
propuestas del Gobernador
“después
de los errores
pasados”. Lo
anterior fue apoyado por el cacique Guenchunaguel, de Calbuco, consejero del
Fütalmapu de Guilipel, quien luego de señalar las conveniencias de
la paz y reconocer la voluntad real, plantea
“que
sólo ponía el reparo que en la ley Católica no se
admitía mas que una mujer, y que en la que ellos vivían con
multiplicidad de ellas, pues será el continuo vivir de su usanza, y
mantenerlas las mujeres de chicha y vestuario en que fundaban su grandeza y
ostentación”,
alocución que contó con el apoyo de la multitudinaria
asistencia.
A
fin de salvar el entuerto, el Gobernador Marín de Poveda plantea que
dicha objeción no era más que fruto del desconocimiento de la
doctrina, y que ésta
“no
prohibía las criadas para el servicio y podían casarse con una
mujer y que las demás se tratasen como sirvientes y de este modo no se
impedían los ostentaciones de sus personas, y con esto tenían
quien asistiese a las distribuciones de sus casas,... pues de ello resultaba
apartarse solamente de la costumbre de dormir con
ellas”.
Finalizó
el encuentro con las palabras del cacique Anulabquen, del Fütalmapu
Bafkehche, quien
“cerró
su discurso entregando al señor Capitán General los bastones que
tenía en las manos de los caciques de cuatro Fütalmapus y
quedó concluso el parlamento.”
Siguiendo
a Leonardo León, sólo puede juzgarse las palabras e intenciones
de los caciques asistentes al parlamento a al luz de los hechos siguientes, es
decir, se entra a un período de respeto mutuo entre la Corona y el mundo
mapuche, de crecimiento de las relaciones mercantiles fronterizas y, de una
manera u otra, de relaciones pacíficas. Al respecto, León
señala que a los caciques sólo
“se
les pedía la conversión paulatina al catolicismo. La propuesta del
gobernador no incluía la instauración de la institucionalidad
imperial, el cobro de tributos o impuestos, la construcción de fuertes o
villas, la apertura de caminos ni el servicio del ejército; solamente se
mencionó a los misioneros y a los capitanes de amigos como agentes
exclusivos de la corona en la región. El río Bio Bio seguía
siendo una frontera entre ambos mundos. Los caciques demostraron estar
conscientes que el precio que se les pedía por la paz y la
autonomía era relativamente menor, más todavía si ello
significaba solamente autorizar la construcción de misiones en sus
comarcas.”
A
los antecedentes expuestos, que tendrán gran trascendencia en el
desarrollo posterior de las relaciones entre el Estado español y el mundo
mapuche, se suma la gran concurrencia de caciques y autoridades mapuches, como
también la multiplicidad de espacios territoriales representados, que
presentamos a
continuación:
Lof
(Reducción) |
Logko
(Cacique) |
Colcura |
Anteli,
Guenual, Lleubalican |
Arauco |
Cheuquecan,
Ancaguenu, Painemilla, Cheuquemilla |
Carampangue |
Labquemguere,
Curipiden |
La
Albarrada |
Guenchuguere,
Conguebude |
Yndes
Rrepu |
Quilipile,
Melguamanque, Gualullanca |
Lavapie |
Ybunchen,
Alcaman, Guiquili |
Quidico |
Penipillan,
Categuaguelen |
Quiapo |
Curimal,
Millanco, Togomacha |
Rrampuel |
Curelipi,
Teiguepillan |
Lebo |
Yrib
labquen, Paillan, Lienquen, Naguelgueche |
Carammauida |
Aigopillan,
Millalonco, Llebuelican |
Lincoia |
Guentegueno,
Biuchalab, Colocolo, Cambitar |
Tucapel |
Curian,
Udaman, Pichuman, Chodque, Tagomal |
Cayocupil |
Anteni,
Coliepi, Aucallanca, Marinaguel |
Molguilla |
Guilipel,
Aigopillan, Colelan |
Pangue |
Loncoan,
Painamun |
Chan
Leubu |
Liempi,
Puicon, Picuman |
Danqueleo |
Paillalican,
Guenchupangui, Napoman, Nancupil, Colepi |
Traboelboro |
Cheuquene,
Lienllanca, Maripel, Guerima |
Antequina |
Fogoante,
Puicoante, Upallante, Guechucoi, Guebiante, Pichunante |
Lleulleu |
Pillantur,
Amali, Paillante, Caiancura |
Eguide |
Paiguigelu,
Quilatur, Pillulai, Ancamenu |
Raguelgue |
Mannao,
Naguelante, Guentequl, Maliguenu, Guenudane, Quinellanca, Ruguillanca,
Neuclean |
Coicomo
y Relomo |
Nebaltar,
Lleubulican, Melillanca, Lloncollanca |
del
Salado |
Caiamacra,
Guaquinilo, Lincolab, Guichulap |
Tirua |
Amoibueno,
Gueracan, Marilebu, Cincomalco, Guentelican, Lleubalican |
Guenimavida |
Curibanco,
GuiriaToki, Guelevi |
Taleo |
Llancabilo,
Tanacal, Caiomari, Cuilipel |
Quilligui |
Poelpague,
Quinchamengue, Pailaqueupu, Ygueipillan, Colepague, Curiguala |
Curicuien |
Quintelemu,
Quenanaguel, Loncopangue, Talgacuidi, Guenupangui, Llecamanque, Leubapillan |
Budi |
Millanaguel,
Paillaguere, Reuguigala, Peinenanco |
Rucacura |
Curiñanco,
Naguelgueno, Cheuquelile |
Talcamavida |
Cheuquecan,
Guiracacheo, Gueicumilla, Guiricheo, Curellanca |
Santa
Juana |
Curemalin,
Butapichun, Llanoaguena, Inacar, Naupiante |
Angol |
Curipel,
Aioguere, Eviqui, Suiq, Quinchaltur, Manquedebu, Mariguen, Millapi |
Mininco |
Marique,
Anaquen, Marcollanca |
Guadava |
Reinanco,
Pailacura, Tureman, Llancamal, Guicumilla |
Arquen |
Queputur,
Caniuqueupu, Cadiburi, Antequeo, Guaipquita |
Yapaguere |
Guelene,
Lilpulli, Millallanc, Ancamilla, Calleguere |
Puren |
Paguianca,
Yenepillan, Tanamai |
Guepin |
Minchellanca,
Calbucan, Lincancura |
Llopeoian |
Millaguin |
Mantupulli |
Chobquecura,
Calbuleo, Mallalonco, Curipi, Guerapi |
Lumaco |
Calbuman,
Carimanque, Gueiculupel, Nagpi, Tecaman, Guaniman |
Renico |
Ancatur,
Aigui, Guilipel |
Didaico |
Quelerman,
Udalebe, Antetipai |
Colpi |
Catrillanca |
Guellol |
Piutimella,
Chiuea |
Pubinco |
Guaiquimilla |
Repocura |
Gueiculep,
Millananco, Ancallu, Guanquelonco, Cabrapagui, Pichintur, Reuqueante,
Catellanca, Calbamanque, Tanamaico, Ranmanque |
Boroa |
Guenubilo,
Maripil, Guircananco, Quinelama, Nancamal, Pilcollanca, Quechambilu,
Guenman, Naguelcura, Licancura, Licancura, Buchamalal, Caterupai, Guercapie,
Reinaguel, Antecura |
Cholchol |
Calbuquea,
Reumaylabquen, Chiguicura, Mencollanca, Cariqueo |
Tolten
el Alto |
Millaio,
Llanqueman, Maribulo |
La
Imperial |
Naguelguala,
Antipal, Chaguegueno, Calbuguenu, Maribilu, Gunchullanca, Ligueque |
Quechucaguin |
Guilipel,
Paioibilo |
San
Cristobal |
Huilipel,
Llancamali |
Santa
Fe |
Lientur,
Milaguala, Guiragueno, Tureupil, Paillacheo |
Bureu |
Quinchaleubu,
Guaiquiguere, Guenopillan, Guanquepai, Reuqueiembe, Guaiquian, Elpuente,
Reuqueante, Llanquemanque, Cambimante |
Molchen |
Guenullanca,
Quedeante, Udalevi, Quentequen, Punalevi, Millachigue, Linculeubu, Millal,
Paillachet, Lincota, Naguelguere, Querupichun, Paillacan, Rapian, Deumanguin,
Quenteguere |
Colgue |
Curelama,
Biemche, Ancalleo, Ybuinchet, Llancamilla |
Monquico |
Cheuquileu,
Llanquelican, Millaguenin, Deanllanca, Yngaipillan, Calbulemu, Naguelguala,
Raipilqui, Mariguala, Guentelabquen, Tanconpai, Leplipe, Anteleui, Caiomilla |
Malleco |
Paguinamon,
Ayllapan, Catepillan, Naguelpan, Catelpan, Paguianca, Udaleui, Llancanao,
Lepicalquin |
Chacaico |
Maloñanco,
Lipaygueque, Menchelab, Tagomilla, Teimellin, Catheren, Yaupillanquen,
Malolab |
Choque
Choque |
Paillaguanque,
Quetulevi, Painemal, Quechereguas, Paillalican, Colompillan, Camulevi |
Adeuil |
Colicheo,
Pellucambi, Millalicar, Millaie, Cheuquelinco, Gueitalabquen |
Requen |
Guechapillan,
Catheguer, Altigue, Meliguere, Millalicar, Huenchullanca, Pichuncura,
Dugueleui |
Birquen |
Anteranai,
Ancamilla, Leniguenu, Loncollanco |
Pellamalin |
Loncoñanco,
Queligueno, Gueracan, Ninanco, Millarelmo, Guenucal, Paillalican |
Llameco |
Guenchunaguel,
Loncotipai, Aielguen, Quelabichhun, Ricananco, Calbuñanco, Pichunante |
Calbuco |
Gauminaguel,
Paguinamun, Butapichun, Caurapague |
Maquehua |
Catalbquen,
Permanllanca, Painequeo |
Chomui |
Millapal,
Millaguala, Antegueala, Caiopilqui |
Champulle |
Neipague,
Liencura, Cadepoco |
Quellaino |
Lipicalquin |
Lalguen |
Codeguala |
Rregue |
Curaleb,
Cheugdu, Lemullanca |
Cura |
Puitillanca,
Guiquipagui |
Guambalí |
Raiguechun |
Peulla |
Ancachevo |
Aquelen |
Millachigue |
Tempuelo |
Calbunanco,
Guenchuante |
Cudeleubu |
Malihueno,
Biatipai |
Chaguel |
Guencullanca |
Loncopitriu |
Quedetur,
Marillanca, Tenamante |
Compudo |
Millante,
Ancaguala, Pucareo, Curequelebe |
Quilacura |
Colicheo,
Pichanante, Millabende, Catemapo |
La
Villarrica |
Picheguala,
Luanchiun, Curenanque, Curenaguel |
Pucon |
Millamanque,
Antetipai |
Lolco |
Loncotipai,
Quilenpangui, Ligainanco, Butapi |
Ranquel |
Curiquien,
Millaguenu |
Anguaiecu |
Chenquenaguel,
Llallinguanque |
Temenco |
Lemunan,
Anenaguel |
Icalma |
Talcapillan |
Lolquinco |
Millatipai |
Rucachiroy |
Lucanaquien |
Guachipen |
Peranaguel |
TufTuf |
Cadepague |
Proquena |
Rainecuelen |
Malloe |
Guenavilo,
Guelmellanca |
Fuente:
“Expediente del Parlamento celebrado con los indios en la Plaza de San
Carlos de Austria,
llamado
comúnmente Yumbel, fuera de las murallas, en el campo, en 16 de Diciembre
de 1692”
En
los mismos términos anteriores, y refrendando lo señalado en
Yumbel, se desarrolla en Choque Choque un nuevo parlamento en 1693, cerrando un
siglo que comenzó con la Victoria de Curalaba, con la fijación de
la frontera en hispano – mapuche en el Bio Bio, continuó con la
experiencia de la guerra defensiva, inauguró el sistema de Parlamentos y
terminó con el reconocimiento formal de un extendido territorio
jurisdiccional mapuche, entre el Bio Bio y el Toltén, el que se
mantendrá incólume durante toda la colonia.
3.5.
Autonomía territorial y Parlamentos en la Araucanía: de la
Rebelión de 1723 al Parlamento de Tapihue
No
obstante que fruto de los Parlamentos reseñados, y que en la línea
de frontera se desarrollaban grados crecientes de relaciones comerciales, en la
Araucanía de principios del siglo XVIII se vivía una paz
inestable, sujeta en cualquier momento a resquebrajarse, y algunos momentos
más álgidos, a quebrarse.
Como
señaláramos, los encuentros bélicos entre españoles
y mapuches no cesaban, pero no pasaban de ser encuentros esporádicos,
focalizados, los que alcanzan niveles de enfrentamientos mayores durante el
siglo XVIII en dos ocasiones: entre 1723 y 1726, y entre 1766 y
1771.
La
primera de las rebeliones se produce entre la primavera de 1723 y el verano de
1724, momento en que se levantan todos los Ayjarewes de BioBio al sur, fruto de
los múltiples abusos cometidos por los Capitanes de Amigos con los
mapuches, al ser estos últimos obligados a trabajos forzados y al
servicio personal, y por
“las
especulaciones comerciales del maestro general del ejército, Manuel de
Salamanca, que se sirvió de los capitanes de amigos y de la
presión que podía ejercer sobre los mercachifles, para crear una
especia de monopolio en el comercio con los naturales y que derivó en
imposiciones abusivas y hasta maltrato. Según muchos testimonios de la
época, los capitanes de amigos, respaldados por su jefe superior
violentaron la voluntad de los indios y se acumuló un fuerte
descontento.”
En definitiva,
el 9 de marzo de 1723, es asesinado el Capitán de Amigos de la
parcialidad de Quechereguas Pascual Delgado,
quien
“se había atraído el odio de los indios por la arrogante
soberbia con que los trataba y por los castigos crueles y arbitrarios que les
infligía”
Con
la muerte del Capitán de Amigos se inició la rebelión
general. A ello le siguió el saqueo y destrucción de las haciendas
cercanas, con el consiguiente robo de animales, y el paso a las inmediaciones de
Purén, para luego avanzar al la Isla de la Laja, mientras en forma
paralela se mantenían incomunicados los fuertes españoles, se
sumaban a los llanistas los mapuches del lafquenmapu (costinos) y los Cuncos.
Finalmente,
“A
causa de la rebelión, el gobernador Gabriel Cano y Aponte estimó
que los fuertes avanzados al sur del Biobio no se justificaban, porque
sólo eran puestos de vigilancia y que no habiendo plan de extender la
dominación no prestaban utilidad real, originando gastos y
preocupación
innecesarios.”
Con
el despoblamiento de la Araucanía por parte de los españoles, se
llega a un nuevo Parlamento, el que se realiza en Negrete el 13 de febrero de
1726, que se centró en regular las relaciones comerciales fronterizas y
cuyo resultado principal fue el prohibir el monopolio comercial de los
oficiales.
En
los llanos de Negrete, el Gobernador Cano y Aponte propuso las condiciones de
paz, entre las que se señalaba el que los mapuches debían deponer
las armas, reconocerse vasallos del Rey de España y enemigo de sus
enemigos, no oponerse a la reconstrucción de fuertes al sur del Bio Bio,
y aceptar la evangelización de los misioneros. De ello se deduce que los
intereses expansionistas españoles, si bien se congelaban, continuaban
vivos.
En
todo caso, las resoluciones más importantes tuvieron que ver con la
regulación del comercio, el que es reglamentado ya que “por cuanto
de los conchavos nacen los agravios que han dado motivo en todo tiempo a los
alzamientos por hacerse éstos clandestinamente, sin autoridad
pública, todo en contravención de las leyes que a favor de los
indios deben guardarse, será conveniente que los tengan libremente pero
reducidos... a tres o cuatro ferias al año o las más que juzgaren
necesarias y
pidieren...”
Fruto
de la paz concertada, las hostilidades se reducen notablemente, si bien no
totalmente, como era la costumbre, y la generalidad de las escaramuzas
encontraban su causa en abusos de los españoles.
La medida de asentar población dentro de las haciendas no era nueva se
había intentado realizar a fines del Siglo XVII cuando en la zona de
Ibacache, Valle del Puangue, se promovió el establecimiento de pueblos de
indios dentro de las estancias de los encomenderos. Se mensuraron tierras en
1692 a indígenas que venían trasladados desde los sectores de
Colbindo y Collipenco al sur del Maule, concediéndoseles tierras en
donaciones con carácter perpetuo. Esta política de
radicación propiciada por el Oidor Juan del Corral Calvo de la Torre
duro corto tiempo e iniciado el siglo XVIII, las radicaciones de
indígenas en las haciendas fueron derogadas por Cedula de 1703 y ordenes
posteriores de la Corona. (Borde et.al 1965: 79-80). La oposición a la
radicación en las haciendas se fundo en las disposiciones de la Tasa de
Esquilache, las ordenanzas de Lillo y el Auto acordado en 1642, que
exigían el reconocimiento de los territorios indígenas, lo que
llevo a que en 1696 se dictara la Real Cedula que ordenaba el cumplimiento fiel
de las leyes sobre pueblos de indios. Sin embargo, esta voluntad duro poco
años, pues en 1699, el Protector General, Juan del Corral Calvo de la
Torre, era partidario de la reducción de los indígenas a las
estancia de sus encomenderos, como forma de asociar definitivamente la
población mapuche a los hacendados, cuestión que no
prospero.
(Anguita 1912: 39)
(Vicuña Mackenna 1874)
Latcham: 1922
Ferrando (1986: 212)