1.
Introducción
El
presente documento tiene el propósito de entregar información
relevante acerca del proceso histórico de la etnia quechua, una de las
ocho reconocidas por la actual Ley Institucional. Este proceso histórico
se asume como reciente y se realiza a partir de los escasos antecedentes de los
cuales se disponen, pero no por ello menos válidos, por cuanto los
indígenas que conforman esta etnia también han sido
partícipes de los conflictos en la relación que el Estado ha
mantenido durante tiempos pasados con los pueblos originarios.
En
este contexto, se reconoce la voluntad política por parte del actual
Gobierno chileno de mejorar su calidad de vida y por ende reconocer y practicar,
en términos concretos, el respeto a la diversidad étnica y
cultural como parte de la reconstrucción permanente de nuestra sociedad,
a través de la participación democrática de los propios
comuneros a quienes les corresponden hoy plantear sus necesidades y demandas
más urgentes.
Los
quechuas, etnia minoritaria en términos de población, se ve
amenazada actualmente bajo las presiones de una sociedad que avanza
vertiginosamente asimilando e imponiendo modos de vida que son ajenos a las
realidades de las comunidades, pues, aunque existe una legislación
vigente, ésta no tiene incidencia categórica frente a los
problemas más graves que aún afectan a las comunidades. Es
evidente la gran responsabilidad que implica legislar en temáticas tan
sensibles y a la vez que tienen intereses tan claros como: el agua, territorio,
patrimonio, educación y cultura, manejo de recursos naturales, desarrollo
económico productivo, entre otras, las que deben ser vistas y evaluadas a
la luz de los patrones culturales existentes para efectivamente saldar, en
parte, la deuda histórica. Sin duda, este desafío constituye un
acontecimiento histórico para la nación, el que a su vez
determinará los caminos a seguir en una sociedad dinámica que
apuesta a reivindicar a los indígenas como un sector de la
población que históricamente fue marginado y mutilado de sus
propias expresiones.
El
Nuevo Trato abre esperanzas, supone la validación y legitimación
frente a la sociedad en general, supone la oportunidad, quizás la
única en este actual gobierno, y no la última, para quienes le
sucedan, de creer que quienes son nuestra historia desde tiempos
prehispánicos, puedan resolver sus conflictos en torno a la
reflexión.