3.
El orden republicano
A
inicios de la República, el territorio pehuenche comprendía por
ambos costados de la cordillera de los Andes -con poblamiento indígena
permanente- desde Antuco hasta Lonquimay. Estaban plenamente pobladas las
áreas del Valle del Queuco, Trapa Trapa y la zona del Bío
Bío, entre Callaqui y
Guayalí.
Durante
la independencia y la denominada “Guerra a muerte”, varía el
compromiso de los distintos grupos pehuenches entre alianzas con uno y otro
bando, cuando no se mantienen neutrales y alejados del conflicto.
La
memoria oral de las comunidades guarda recuerdos de la participación de
un contingente en la batalla de Cancha Rayada, ocasión en la que los
militares de O’Higgins, habrían ido a buscar indígenas
dispuestos a sumarse al ejército republicano. Los caciques de distintas
comunidades afirman haber exigido en esa ocasión, que el capitán
patriota se comprometiera a darles título comunitario sobre sus tierras y
a fijar un límite al paso del “hombre blanco”, a lo que este
accedió con un solemne apretón de
manos.
Luego
de la independencia, el desorden creado por la denominada “guerra a
muerte”, genera levantamientos indígenas en distintas zonas del
país. Los pehuenches, en especial los del sector oriente de la cordillera
se suman a las montoneras dirigidas por Antonio Bocardo y los hermanos
Pincheira, que actuaban desde la cordillera del Maule al sur.
Con
ellos atacaron poblados en la cuenca del Cachapoal y el Maipo y traspasaron
hacia Argentina, donde “asolan las comarcas de San Luis, Bahía
Blanca, Buenos Aires y
Mendoza”.
Mientras que entre 1823 y 1836 se produjo una cantidad “... casi
ininterrumpida de batallas y choques armados... ”
con
los chilenos.
Al
parecer, esta alianza fue impulsada por los sacerdotes franciscanos, quienes
temerosos de los cambios que se avecinaban, desde el monasterio instalado en
Santa Bárbara, ejercían cierta presión sobre
hispano-criollos e indígenas para que se opusieran al nuevo
gobierno.
La
relación con los Pincheira se extiende por toda la década
’20 hasta la del ’30, durante el siglo XIX, manteniendo en estado de
convulsión a la mayor parte de la población indígena de la
cordillera. Sin embargo, no todos los grupos colaboran con los rebeldes, en el
lado chileno de la cordillera, los militares contaron con el apoyo de las
parcialidades de Antuco. Una ofensiva del general Bulnes con ayuda de
pehuenches, terminó con los Pincheira en 1832; aquel se encargó de
fortificar el área cordillerana para proteger a sus aliados
indígenas, con el establecimiento de contingentes militares en
fortines.