Portada Anterior Siguiente Índice | 1. Los primeros habitantes y la apropiación del territorio

1. Los primeros habitantes y la apropiación del territorio


El territorio pehuenche ancestral, abarcaba ambas vertientes de la cordillera de los Andes, entre Talca y Lonquimay, entre los ríos Diamante y el sector sur del río Neuquen, en el área trasandina. La presencia de pehuenches desde el río Maule hasta Chillán fue esporádica y correspondió a irrupciones de grupos que provenían desde el otro lado de la cordillera[1].

Dado el sistema de gradientes altitudinales que permite el desarrollo de diversos pisos ecológicos vegetacionales, como el mallín, la pampa baja, el bosque nativo de diversas especies, las pinalerías (bosques de araucarias) y las pampas altas, los habitantes de este territorio configuraron dos espacios económicos, invernada y veranada, y en el tránsito entre ambos se desarrollan y fortalecen, hasta hoy, los elementos de su identidad y cultura[2].

La invernada se encuentra en las partes bajas de fondos de valles y la veranada en las zonas altas; ambas asociadas al régimen climático anual y dependientes de la existencia o ausencia de nieves. La invernada es el espacio económico y el hábitat donde se encuentran la vivienda, los corrales, las praderas y parte del bosque nativo, correspondiendo a áreas de menor precipitación de nieve. Cuando estas comienzan a retirarse definitivamente en primavera y los animales están paridos, se inicia el ascenso a las veranadas -sectores de altura- llevando los animales a los pastos nuevos e iniciando la cosecha tardía del piñón, que corresponde al fruto no recogido en la temporada anterior y que terminó de caer en invierno.

Originariamente, los pehuenches habrían formado parte de grupos nómades recolectores cazadores de la cordillera, que habrían poseído lengua y cultura propias. Estos grupos migraban por las inmediaciones andinas de la actual provincia de Neuquén, Argentina, y posteriormente se integrarían a la población mapuche del sector occidental de la cordillera[3]. Sus desplazamientos continuos son entendidos también como una trashumancia, desarrollada en un espacio bien delimitado y donde cada grupo ocupaba estacionalmente ciertas localidades, transitando por ambos lados de la cordillera desde fines de la primavera hasta fines del otoño.

Se presume le existencia de vínculos étnicos con los Aónikenk [conocidos como Tehuelches] y con los habitantes no mapuches de las pampas y la Patagonia.[4] Con los primeros, a pesar de ciertas hostilidades, habrían mantenido relaciones de intercambio que se mantuvieron aún después de la llegada de los europeos, ya que los Aónikenk les proporcionaban cueros para toldos, plumas, potros sin domar, a cambio de tejidos, aguardiente o ron valdiviano[5].

Respecto a la organización social, la población pehuenche se habría cohesionado en torno a pequeñas bandas especializadas en la explotación del piñón y en la caza de guanacos, ñandúes y ciervos andinos. El consumo del piñón ha sido un elemento central de su cultura, que perdura hasta el presente. Este era consumido como harina con la que se hacía una especie de pan o torta; también lo comían tostado[6]. En la caza y la guerra, demostraban su habilidad en el manejo de la flecha y la boleadora. La adopción del caballo, a fines del siglo XVI, es crucial en las transformaciones de su estilo de vida, pasa a formar parte importante de su alimentación y les sirve como medio de transporte para extender sus desplazamientos tanto hacia el norte como al sur[7] y se convierte además en un elemento central de rituales tales como el funerario, de acuerdo a las descripciones realizadas por los cronistas hispanos[8].

Con los cueros de caballo, confeccionaban el toldo -vivienda de fácil construcción y transporte- que formada por una armazón hecha con varas largas de madera, cubierta con pieles de potro cosidas unas con otras para evitar la penetración de la lluvia y el frío[9]. A medida que pasa el tiempo y se consolida el proceso de pastorilización, las prácticas nómades que sirvieron de base a la economía de recolección comenzaron a quedar atrás, surgiendo en su lugar verdaderas aldeas[10].

Las tolderías pehuenches estaban conformadas por la familia extendida que presidía el antepasado masculino de mayor edad, quien ejercía el poder en su calidad de lonko o cabeza de familia[11]. Se establecían, por lo general, cerca de un río o estero y mantenían sus rebaños de caballos, ovejas y vacunos pastando cerca de la toldería. Al talarse el campo y agotarse el pasto para el rebaño se trasladaban de lugar[12]. Estos asentamientos se asemejaban a un núcleo central con varias dependencias que giraban en torno de lo que constituía la toldería principal. “Allí vivía el jefe más prominente y era el lugar donde acudían los miembros del grupo cuando se avecinaba un malón. Siempre a la vista unos de otros, la seguridad militar parecía ser un objetivo prioritario a partir del cual se distribuían los asentamientos[13].


[1] Molina, Raúl y Martín Correa. “Territorio y Comunidades Pehuenches del Alto Bío Bío”. CONADI. 1998. p.10.
[2] Ibíd.: 9, 10.
[3] Como se ha dicho precedentemente, el pueblo mapuche es el resultado del desarrollo de diversos pueblos y culturas que en miles de años poblaron el territorio chileno actual. De esta manera el Pueblo Mapuche se fue constituyendo lentamente a lo largo de la historia. En este sentido, las poblaciones pehuenches ancestrales en algún momento de este largo proceso se integraron a un complejo social mayor; el Pueblo Mapuche. No sabemos cuándo ocurrió con exactitud este fenómeno, los datos obtenidos en las primeras crónicas no son taxativos al respecto, hay algunos que indican que los pehuenches habrían hablado una lengua distinta, y otros que señalan exactamente lo contrario. Quizá desde el punto de vista de la cosmovisión es donde más certezas se puedan observar respecto a una unidad cultural temprana; de todas formas, ya a mediados de la colonia, se observa una unidad cultural evidente y sin discusión al interior del Pueblo Mapuche y sus distintas identidades territoriales. Este es un tema sumamente interesante, sin embargo creemos que debe ser abordado en otro estudio y no en este, pues lo que aquí se pretende es ver la relación entre el sujeto indígena y el Estado de Chile.
[4] Bengoa, José. Historia del pueblo Mapuche. Siglo XIX y XX. Ediciones Sur. Santiago. 1985. p. 51.
[5] Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos a través de cronistas y viajeros. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1998. p. 145.
[6] Bengoa, José. Historia del pueblo... Op. cit.: 91.
[7] León, Leonardo. Los Señores de la Cordillera de las pampas. Los pehuenches de Malalhue. 1770-1800. Universidad de Congreso/Municipalidad de Malargüe. Mendoza. 2001. p. 24.
[8] Zapater, Horacio. Aborígenes chilenos... Op. cit.: 150.
[9] Ibídem.
[10] León, Leonardo. Los Señores de la Cordillera ..., Op. cit.: 12.
[11] Ibídem.

[12] Zapater, Horacio. Op. cit.: 147
[13] Leonardo, León. Op. cit.: 12.