Portada Anterior Siguiente Índice | 2. La formación del Norte Grande

2. La formación del Norte Grande


Alrededor de los 2.000 a 1.000 años a. C., se identificaron nuevos elementos culturales que van a enriquecer el modelo de vida de las poblaciones existentes
-cazadoras, recolectoras y pescadoras-. Estos elementos se distinguirán “... por obras artísticas, artesanales y aspectos tecnológicos que, junto con cambios en los patrones de entierro y residenciales, marcaron el inicio de la remoción de estructuras ideológicas de los pueblos –arcaicos- del norte de Chile”[30]. En el período formativo, así denominado por la arqueología, se fusionó el temprano desarrollo cultural especializado en caza, recolección y pesca, con otras poblaciones provenientes del altiplano y en menor grado circumpuneña[31] y valleserrana, donde la vida se transformó a una de carácter más sedentario. A través de los contactos con las caravanas altiplánicas y vallesteras, las poblaciones locales recogen nuevos cambios y se inicia el auge de la textilería y la modalidad de la práctica funeraria de los enterratorios en forma de túmulo, nombre que recibe porque se disponían los cuerpos y las ofrendas bajo acumulamiento de tierra mezclada con ramas, troncos y esteras, entre otros elementos que dieron lugar a estos montículos[32].

Con el tiempo, se conformó una historia aldeana vinculada a la producción de excedentes y una consolidación agrícola pecuaria y artesanal con nuevas normas de convivencia. Sitios representativos de estas ocupaciones, son Alto Ramírez, Caserones, Guatacondo y Tulor, por citar algunos. Con los excedentes originados por una alta productividad en la agricultura, se intensificó el intercambio con sociedades costeras y altiplánicas y, a partir de estos contactos, se incorporaron en las sociedades locales nuevas representaciones –iconos- como el “... culto al sacrificador, al cóndor y al puma, representado en la simbología textil y en hueso, la que aparece en tabletas de uso ritual para la inhalación de alucinógenos”[33]. En relación con las evidencias e interpretaciones arqueológicas, se sostiene que a fines del período formativo, “... hubo algunos personajes o dirigentes que tuvieron cierta connotación sacerdotal; funcionarios que, posiblemente, además de ejercer actividades religiosas, coordinaban actividades económicas y poseían cierto predominio en la organización social de estos grupos aldeanos”[34].

El período formativo dio paso a los Desarrollos Regionales que eran poblaciones locales o pueblos identificados con tradición Tarapaqueña y Atacameña -en el norte-, los que entraron en contacto con la colonización Tiwanaku, incorporando una serie de prácticas tales como el modelo de explotación de los valles desérticos del Pacífico, intercambios de excedentes y gran desarrollo artesanal y ritual en torno a los iconos de este centro ceremonial altiplánico.


[30] Ibíd.: 111.
[31] Que son todos los pueblos que se ubican en la puna de Atacama o en su contorno inmediato, por lo mismo involucra a ocupaciones humanas del norte de Argentina y la segunda región de Chile. Los pueblos propiamente altiplánicos del centro-sur andino son aquellos que ocupan las tierras altas del centro-sur de Bolivia, sur peruano y la primera región del norte chileno.
[32] Muñoz, Iván. “El período formativo...” Op. cit.: 108, 111, 125-128.
[33] Ibíd.: 108, 128.
[34] Ibíd. 128.