2.
La formación del Norte Grande
Alrededor
de los 2.000 a 1.000 años a. C., se identificaron nuevos elementos
culturales que van a enriquecer el modelo de vida de las poblaciones existentes
-cazadoras,
recolectoras y pescadoras-. Estos elementos se distinguirán “...
por obras artísticas, artesanales y aspectos tecnológicos que,
junto con cambios en los patrones de entierro y residenciales, marcaron el
inicio de la remoción de estructuras ideológicas de los pueblos
–arcaicos- del norte de
Chile”.
En el período formativo, así denominado por la
arqueología, se fusionó el temprano desarrollo cultural
especializado en caza, recolección y pesca, con otras poblaciones
provenientes del altiplano y en menor grado
circumpuneña
y valleserrana, donde la vida se transformó a una de carácter
más sedentario. A través de los contactos con las caravanas
altiplánicas y vallesteras, las poblaciones locales recogen nuevos
cambios y se inicia el auge de la textilería y la modalidad de la
práctica funeraria de los enterratorios en forma de túmulo, nombre
que recibe porque se disponían los cuerpos y las ofrendas bajo
acumulamiento de tierra mezclada con ramas, troncos y esteras, entre otros
elementos que dieron lugar a estos
montículos.
Con
el tiempo, se conformó una historia aldeana vinculada a la
producción de excedentes y una consolidación agrícola
pecuaria y artesanal con nuevas normas de convivencia. Sitios representativos de
estas ocupaciones, son Alto Ramírez, Caserones, Guatacondo y Tulor, por
citar algunos. Con los excedentes originados por una alta productividad en la
agricultura, se intensificó el intercambio con sociedades costeras y
altiplánicas y, a partir de estos contactos, se incorporaron en las
sociedades locales nuevas representaciones –iconos- como el “...
culto al sacrificador, al cóndor y al puma, representado en la
simbología textil y en hueso, la que aparece en tabletas de uso ritual
para la inhalación de
alucinógenos”.
En relación con las evidencias e interpretaciones arqueológicas,
se sostiene que a fines del período formativo, “... hubo algunos
personajes o dirigentes que tuvieron cierta connotación sacerdotal;
funcionarios que, posiblemente, además de ejercer actividades religiosas,
coordinaban actividades económicas y poseían cierto predominio en
la organización social de estos grupos
aldeanos”.
El
período formativo dio paso a los Desarrollos Regionales que eran
poblaciones locales o pueblos identificados con tradición
Tarapaqueña y Atacameña -en el norte-, los que entraron en
contacto con la colonización Tiwanaku, incorporando una serie de
prácticas tales como el modelo de explotación de los valles
desérticos del Pacífico, intercambios de excedentes y gran
desarrollo artesanal y ritual en torno a los iconos de este centro ceremonial
altiplánico.
Que son todos los pueblos que se ubican en la puna de Atacama o en su contorno
inmediato, por lo mismo involucra a ocupaciones humanas del norte de Argentina y
la segunda región de Chile. Los pueblos propiamente altiplánicos
del centro-sur andino son aquellos que ocupan las tierras altas del centro-sur
de Bolivia, sur peruano y la primera región del norte chileno.