Los primeros vestigios cerámicos de los Diaguitas, encontrados en la Quebrada de Las Animas, del Valle de Elqui (IV Región), corresponden al período arcaico. Los platos de esta etapa son bastante hondos, de paredes gruesas y con forma de media naranja (semiglobulares). Los utensilios se decoraban con gruesas líneas formando círculos concéntricos, tanto en el interior como en el exterior del plato.
Al finalizar el período de transición, los Diaguitas comienzan a innovar en la decoración de la alfarería, con lo que se incorporan otras formas: ganchos, triángulos y el trazo escalonado, característico de la decoración de los pueblos precolombinos.
Durante el período clásico, aparecen los llamados jarros pato y algunos vasos decorativos. La gran mayoría de los platos de este período tienen las paredes verticales, inclinadas hacia afuera, hacia adentro o perpendiculares. Los dibujos decoran la parte exterior del plato, mientras que el interior va pintado de rojo. Los motivos geométricos se hacen más comunes.
Los llamados jarros pato, junto con las urnas y la cerámica antropomorfa, son la obra maestra de la cultura diaguita.