Portada Anterior Siguiente Índice | 5. Caracterización Geográfica y Cultural de la Zona

5. Caracterización Geográfica y Cultural de la Zona

Localizadas en medio de los parajes más áridos y hostiles de este punto del planeta, desierto de Atacama y puna homónima, las Comunidades Atacameñas se ubican en su mayoría en la actual Provincia El Loa, II Región de Antofagasta, que comprende las comunas de Calama y San Pedro de Atacama. La comuna de Ollagüe, también integrante de este sistema administrativo, si bien presenta una población que en su mayoría ha sido caracterizada como de raigambre altiplánica, de influencia quechua, alberga a escasas personas atacameñas, las cuales coexisten con poblaciones provenientes de la primera región de habla aymará y que llegaron a la zona en busca de mejores oportunidades laborales, estimuladas en una pasada época, por el desarrollo de una auspiciosa minería de altura, principalmente azufrera, actividad que en la actualidad ya no se desarrolla.

En este marco, las Comunidades Atacameñas se distribuyen desde las nacientes del Río Loa por el norte (20°L.S.), hasta el extremo sur del gran Salar de Atacama (24°5’L.S.), ocupando una estrecha franja precordillerana y cordillerana, que coincide, en su punto más occidental, con una cota promedio de 2.000 msnm. (Castro y Martínez, 1996:69). De esta forma, las poblaciones que habitan este sector se agrupan en dos grandes áreas geográficas conocidas como cuenca del Río Loa Superior-Río Salado que esta compuesta por las localidades de Conchi Viejo, Lasana, Chiu Chiu, Ayquina, Turi, Caspana, Toconce y Cupo, mientras que en la Cuenca del Salar de Atacama se distribuyen los poblados de San Pedro de Atacama y ayllus (Quitor, Conde Duque, Solcor, Yaye, Tchecar, Sequitor, Solor, Cucuter, Poconche, Beter, Coyo y Tulor) junto a los pueblos de Toconao, Talabre, Camar, Socaire y Peine.

Entre las dos cuencas antes descritas, se ubican una serie de asentamientos y estancias pastoriles que en el pasado debieron constituir un verdadero corredor de conexión entre estas unidades, y en ellas se emplazan los pintorescos pueblos de San Santiago de Río Grande y Machuca, ubicados al norte de San Pedro de Atacama. Cercana a Río Grande se emplaza la reciente conformada comunidad de Matancilla, que ubicada en las proximidades de Yerbas Buenas, orienta su desarrollo productivo en torno a una auspiciosa actividad agrícola y ganadera.

Sin embargo, y considerando la evidencia otorgada por las investigaciones arqueológicas, se presume que el núcleo de la Cultura Atacameña debió haberse constituido en torno a los actuales ayllus que conforman el poblado de San Pedro de Atacama, ya que, en éstos se ha recuperado una gran cantidad de restos culturales que le han permitido ser conocida coloquialmente como la Capital Arqueológica de Chile.

El pueblo de San Pedro de Atacama, capital de la comuna homónima, se encuentra ubicado al sureste de la Provincia El Loa, a 100 km. de la Ciudad de Calama, el núcleo urbano minero más próximo de la zona. Sus coordenadas son 22°55’ y 68°12’. Su altitud sobre el nivel del mar es de 2.436 m., hacia el este limita con el ambiente de la puna propiamente dicha, mientras que hacia el oeste se extiende el imponente desierto de Atacama.

Culturalmente, el área en donde se emplazan estas Comunidades Andinas presenta una configuración que desde tiempos históricos ha sido multiétnica, ya que, en estos territorios un número significativo de poblaciones provenientes del altiplano de lípez, actual Bolivia, y el noroeste argentino, se han asentado generándose un complejo escenario que remite a la actual trama étnica y cultural que presenta el área. Lo anterior ha sido especialmente observado en la época colonial, ya que, para los siglos XVI y XVII existen documentos etnohistóricos que indican el carácter interdigitado de la población (Martínez, 1998; Castro, 1997:76), que pese a ser denominada como “atacameña”, no hacía otra cosa que cubrir con un manto de homogeneidad, a través del uso de ese apelativo, a los indígenas que habitaban desde esa época el corregimiento de Atacama y que se distribuían en las principales cabeceras de doctrinas del sector (Atacama la Alta y Atacama la Baja)[1].

De esta forma, la discusión en torno al empleo del apelativo étnico Atacameño hasta hace poco era materia de discusión entre los investigadores del área (Castro y Martínez, 1996:69; Castro, 1995: 31), quienes recomendaban restringir el uso de tal denominación étnica, considerando la dinámica y las características que presentaba la realidad cultural que se desarrollaba particularmente en la cuenca del río Salado. Sin embargo, actualmente se ha producido un fenómeno de rearticulación socio identitaria (Rivera, 1997) entre los grupos humanos que pueblan estos territorios, que a permitido alejar la noción de la desintegración de la identidad étnica atacameña, reemplazándola con aquella que indica claramente una reformulación de la misma, frente a los factores antagónicos que han afectado históricamente el devenir del pueblo atacameño. Ha contribuido a lo anterior, la promulgación de la ley indígena 19.253 en 1993 que mediante sus distintos programas de desarrollo y su orgánica asociada (CONADI), han generado escenarios propicios a la participación de los indígenas, que en la actualidad se autoadscriben como atacameños o Likan Antai en las dos principales áreas geográficas y culturales que conforman el hábitat de estas poblaciones andinas.

Actualmente, las dos áreas que integran el llamado territorio de los atacameños, han recibido tratamientos diferenciados por parte de las diversas administraciones del Estado de Chile desde el retorno a la democracia, ya que, mientras una se encuentra experimentado un fuerte proceso de inversión pública gracias a la declaración en 1997 del Área de Desarrollo Indígena Atacama la Grande, los sectores más septentrionales y que se remiten a la Cuenca de los Ríos Loa Superior-Salado, han sido considerados en un segundo plano, situación que ha generado en el presente un fuerte malestar entre los habitantes del sector, quienes se consideran marginados y postergados de los beneficios que este tipo de desarrollo indígena ha generado principalmente en la Comuna de San Pedro de Atacama.

De esta forma, la continuidad y el cambio de la Cultura Atacameña en el día de hoy, constituyen los factores que le han permitido a esta etnia proyectarse en el tiempo y, aunque no se posea una lengua viva[2] que permita generar distingos respecto de otras poblaciones andinas, priman una serie de elementos supralingüísticos que aún son posibles de observar en las concepciones de tiempo y espacio que se expresan en la cosmovisión atacameña (Grebe e Hidalgo, 1988).


[1] En la época colonial el corregimiento de Atacama fue dividido por motivos eclesiásticos en dos doctrinas: Atacama la Alta que comprendía todos los asentamientos y caseríos que se ubicaban cerca del actual poblado de San Pedro de Atacama y Atacama la Baja que integraba a los poblados que se ubicaban en la cuenca del río Loa Superior y río Salado y tenía como cabecera de doctrina al pueblo de Chiu-Chiu.
[2] La lengua de los Atacameños llamada nuestra o Kunza aún subsiste en la toponimia, zoonimia y fitonimia del sector y aunque no se conozca su morfosíntaxis, los pocos elementos que sobreviven permiten indicar su carácter aglutinante y su escasa relación con las demás lenguas andinas del sector.