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1. Introducción


Rapa Nui constituye uno de los lugares habitados más remotos del mundo. Los orígenes de su poblamiento se remontan al siglo V d. C. y los moradores serían de procedencia polinésica. Estos pobladores desarrollaron durante más de mil años una cultura aborigen compleja, conocida mundialmente por la construcción de grandes estatuas megalíticas (moai), que representan a los antepasados.

Sus silenciosas ruinas, gigantescas estatuas de piedra y el extremo aislamiento, han contribuido a crear un aire de misterio en torno a la Isla de Pascua, denominada Rapa Nui por sus habitantes..

En primer lugar, se debe aclarar que los desarrollos culturales en ella no tienen relación con los procesos que dieron forma a las culturas originarias del resto del país, pues sus raíces emergen de una tradición polinésica ancestral y la población asentada hoy en la isla, en su mayoría, desciende directamente de los primeros pobladores que arribaron a ella hace unos dos mil años atrás.

Isla de Pascua desplegó una cultura cuyos grandes lineamientos son de base polinésica, pero con rasgos distintivos importantes. Su economía se sustentó en dos grandes actividades productivas: la agricultura y la pesca, y su organización social y política se basó en un sistema de linajes cuyo ordenamiento territorial se dio mediante una división tribal de la tierra, teniendo cada tribu o ure un territorio determinado y un jefe; existiendo a su vez, un jefe de toda la isla o ariki mau, el cual era respetado por todos, y al que se le asignaban poderosas cualidades, producto de su poder innato e inherente, denominado mana.

Esta sociedad estaba fuertemente jerarquizada. Cada grupo social tenía una actividad definida: en la base del sistema estaban aquellos que no pertenecían a la tribu de los Miru o los uru manu, por no pertenecer a la familia real. Estos entregaban sus tributos en alimentos y trabajo para la manutención de la aristocracia y el culto; también se encargaban de las actividades agrícolas, marítimas -pesca- y artesanales. Sobre ellos, y dependiendo de lo producido por ellos mismos, estaban los tangata ma’ori o sabios, los guerreros o matato’a, los sacerdotes[1] que, en parte, eran miembros de la familia real o ariki paka, y el rey ariki mau.

El ordenamiento que regía las relaciones sociales y políticas se basaba en un riguroso conjunto de disposiciones y prohibiciones o tabúes denominados tapu o rahui, dependiendo si eran restricciones permanentes o temporales, las cuales tutelaban el actuar de todos los miembros de la sociedad Rapa Nui, desde el ariki hasta el último de los uru manu, considerando su edad, género y mata.

A partir de 1722, la isla fue visitada por exploradores, aventureros y balleneros, navegando bajo distintas banderas[2]. Este proceso culminó en redadas esclavistas alrededor del año 1862, lo que llevó a la casi total extinción de su población. En 1877 sobrevivían escasas ciento diez personas[3], el resto de la población había desaparecido producto de la esclavización y deportación al Perú donde eran sometidos a la realización de trabajos forzados en las haciendas y, posteriormente, de una epidemia de viruela, introducida en rapa nui después del retorno desde el Perú de un grupo de isleños liberados tras la abolición de la esclavitud en ese país.

La isla se incorporó en 1888 a la soberanía de Chile en virtud de un “Acuerdo de Voluntades” entre el Estado y los jefes rapanui. Este acuerdo establecía la sesión de soberanía de la Isla a favor del Estado chileno, comprometiéndose éste a entregar educación y desarrollo a los isleños, quienes mantenían sus derechos de propiedad sobre la tierra, y los jefes rapanui sus investiduras. Sin embargo, los sucesivos gobiernos no cumplieron con su parte en este acuerdo, entregando la totalidad de la isla en arriendo a terceras personas como hacienda ovejera e inscribiendo todas las tierras en propiedad a nombre del fisco de Chile.

El hecho de destinar la isla al desarrollo de una hacienda ovejera, producirá nuevos y fuertes procesos de cambio. Estos se generarán como consecuencia directa del sometimiento de la isla y de su población a una actividad productiva, la ganadería “intensiva”, totalmente distinta a las realizadas tradicionalmente, la cual exigirá un control social y una intervención en la cosmovisión y costumbres aún más significativo y rígido que los anteriores. Todos estos procesos de modificación cultural, concurrirán a que la cultura contemporánea rapanui sea el resultado de un proceso comunitario de adaptación y de reelaboración, a partir de la memoria colectiva de esos ciento diez sobrevivientes.

Desde su incorporación a la soberanía del Estado chileno -9 de septiembre de 1888-, la Isla de Pascua fue sometida a una serie de decretos, reglamentos y leyes, muchos de los cuales hacen referencia a la protección y conservación del patrimonio cultural y natural, pero que no reconocen, hasta pasado la mitad del siglo XX, los derechos civiles de la población. La población rapanui no era objeto de derecho. De hecho no tenían la nacionalidad chilena y eran apátridas, calidad jurídica que no sólo les prohibía viajar al continente, salvo raras excepciones, si no que tampoco podían hacer abandono del país al no tener derecho a la obtención de un pasaporte. En una ocasión, a fines de los años ‘50, Rafael Haoa, quien en ese entonces era enfermero de la Armada chilena, quiso viajar a Inglaterra a conocer a su padre, antiguo administrador de la hacienda ovejera, pero no pudo realizar este anhelo dado que el Estado no le dio pasaporte[4].

A partir de 1966 en Isla de Pascua cambia la situación administrativa de los rapa nui, y específicamente la relación entre el Estado chileno y los isleños. Se les reconocen derechos civiles a los habitantes y se instaura una administración civil, ordenándose el establecimiento de diversos servicios públicos en la isla. Desde entonces, y a lo largo de los diferentes gobiernos, se han destinado importantes recursos al desarrollo de la Isla de Pascua. Conjuntamente, un gran número de chilenos continentales, entre los que contamos a profesores, funcionarios gubernamentales, personal de las fuerzas armadas y civiles, han llegado a residir a la isla. Las relaciones entre isleños y continentales no han estado exentas de dificultades y malos entendidos, muchas veces debido a prejuicios, ignorancia y supuestos incorporados en el inconsciente colectivo de los continentales acerca de los rapanui, tal y como lo consigna uno de los grandes estudiosos de la cultura rapa nui, el profesor Grant MacCall [5].


[1] En la literatura es frecuente leer la traducción de sacerdote como ivi-atua (del linaje de los dioses) que también es traducido como los espíritus de los difuntos o ente sobrenatural. (Fuentes, Jordi. Diccionario y gramática de la lengua de la Isla de Pascua. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1960). Métraux hace referencia a koromaki, como parte de la casta de los sacerdotes expertos en embrujos. En Mangareva se traduce el concepto de sacerdotes como taura y tahura. En Rapanui tahura hace mención a un experto y a los sirvientes del rey. No sabemos si todos los sirvientes del rey también eran sacerdotes. (Métraux, Alfred. Ethnology of Easter Island. Bernice Bishop Museum Press. Bulletin 160. Honolulu. Hawaii. 1971. pp. 324, 325).
[2] Los antecedentes históricos disponibles dan cuenta de que durante este período, la Isla de Pascua fue visitada al menos unas ciento cuarenta veces por embarcaciones de distintas nacionalidades.
[3] McCall, Grant. “European Impact on Easter Island. Response recruitment and the Polynesian Experience in Peru”. Journal of Pacific History Nº 11, pp. 90-105. 1976.

[4] Relatado por su sobrina Kihi Haoa, octubre 2002.
[5] McCall, Grant. “Sympathy and antipathy in Easter Islander and Chilean Relations”. The Journal Of The Polynesian Society. Vol. 84. Nº 4. University of Auckland. New Zealand. 1975. p.. 470.